Hace algún tiempo, un interno de medicina de una universidad de Trujillo me obsequió el libro Etica médica, del Dr Luis Alfonso Vélez, médico internista de la Universidad de Antioquía, de Medellín. Es de una lectura sabrosa, bien documentada y en el que se encuentran ideas precisas, que nos aclaran muchas interrogantes que se presentan en la práctica de todos los días.
Según él, la salud es una experiencia y a la vez un estado objetivo, mensurable, y de aquí su dificultad para precisarla. Por ser la salud algo que experimenta y percibe el sujeto dentro de sí, no puede expresarse en palabras y conceptos. Pero a pesar de las múltiples dificultades para poder definirla, se pueden anotar cuatro características presentes cuando una persona está sana:
- Percepción de bienestar psicosomático y social. Una persona está sana cuando experimenta esta sensación de bienestar biológico, psicológico y social. Los médicos franceses, grandes clínicos del siglo pasado, solían enseñar que la salud es el silencio de los órganos. Cuando yo no siento, no tengo conciencia de mi estómago, es porque está sano, lo mismo puede decirse de cada uno de mis otros órganos. La sensación de bienestar social también hace parte de la salud. Si una persona goza de tranquilidad con su familia, con las personas donde trabaja y con su círculo social, tiene salud. Muchas enfermedades surgen como manifestación de falta de bienestar social, son sociopatías y enferman al individuo aunque su cuerpo y su psiquis estén sin transtornos.
- Percepción de la integridad. Cuando una persona no siente amenazada la integridad de su ser ni percibe señales de destrucción, puede decirse que está sana.
- Libertad de acción. Las limitaciones físicas y mentales que la enfermedad produce en el paciente atormentan más que el sufrimiento de la enfermedad misma. Todos los seres de la naturaleza gozan actuando, por ello cuando un ser está limitado en las acciones que le son propias, experimenta dolor.
- Capacidad de comunicación. El comunicarse, para el ser humano, es una necesidad tan vital como el respirar o el alimentarse.
Cuando el Estado descuida la salud en beneficio de otra actividad, está faltando a un deber con la comunidad. Las protestas del ciudadano común y de los médicos cuando el estado no da la suficiente salud, son legítimas y plausibles. Pero también la salud es un deber. Todo ciudadano tiene obligación de cuidar su salud y la de su comunidad. Muchas enfermedades son producidas por nosotros mismos, por nuestros malos hábitos de vida. Debemos tener conciencia que la salud es más un deber de cada uno de nosotros que un derecho.
Finaliza afirmando que la salud es un bien indispensable para todo ser, pero no es el supremo valor. Uno no vive para estar sano, la salud nos ayuda a vivir en mejores condiciones. El médico debe convencerse que la vida humana tiene por fin la vida misma y que la salud es una condición pero no un fin.