EL mandatario peruano, personalmente, se ocupó de cerrar las puertas y ventanas del Congreso para enviar después la furia de los tanques y las tropas armadas. Fue así como Martín Vizcarra no se anduvo con titubeos y cerró ese recinto que solo le daba problemas. Muy pronto los congresistas expectorados armaron el quilombo, patalearon y se mostraron violentos a la hora de querer cobrar lo que supuestamente les debían. No tardó demasiado tiempo el mandatario para acordar meter kilos de dinamita y hacer volar en mil pedazos ese recinto. Fue así como fue destruido el lugar de los escaños y los curules y nadie mostraba la más mínima congoja o dolor. Donde estuvo el Congreso más tarde surgió una plaza, la plaza del migrante, que con su esfuerzo y su creatividad había cambiado el rostro de Lima y del Perú. Pero Vizcarra no se quedó allí. Poco antes de que terminara el año del 2019 decidió acabar con palacio de gobierno.
El mismo, personalmente, cerró las puertas y ventanas de la casa de Pizarro, puso varas de hierro y de madera en distintos lugares para impedir la entrada y la salida de las personas, hasta que utilizó dinamita para acabar con ese símbolo del poder en el Perú. Era el fin de la política como ocupación dominante porque ya no había cargos que ganar. Lo inquietante era que la gente estaba de acuerdo en acabar con palacio de gobierno. Fue así como Vizcarra entró en la historia universal como el único ciudadano que se atrevió a sacarle la mugre al poder. Después donde estuvo palacio de gobierno apareció un lugar de toros. Y todo el mundo olvidó que cada cierto tiempo se elegía a los gobernantes ya sea como presidentes o parlamentarios. Sin esa costumbre la vida fue más placentera.
El mandatario Martín Vizcarra, después de cerrar el Congreso y palacio de gobierno, se mandó cambiar intempestivamente. Es decir, abandonó la miel del poder en un momento de gran expectativa pues las encuestas le daban un alto porcentaje de preferencia de los electores. Es decir, abandonó las gangas y beneficios del poder y se dedicó a sembrar papa en un fundo de la sierra. Allí pasa sus días mientras el Perú es el único país que no elige a nadie para nada.