[POP con Paco Bardales]:
ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel
En tres entregas Jaime Vásquez Valcárcel analiza – a su manera- el último libro del loretano Paco Bardales, POP, que fue presentado el mes pasado en Iquitos y que ha recibido buenos augurios de la crítica. Desde la apreciación al trabajo del escritor hasta la referencia a los temas que se aborda en el libro de Bardales estas entregas intentan una aproximación a la escritura del loretano y la forma cómo va concluyendo una obra. No siempre coincidente con los temas elegidos ni la forma en que se tratan, el escrito es una invitación a la lectura de POP y confirma que el amor a la tierra no tiene necesariamente que expresarse con frases bonitas o apreciaciones bellas. A una ciudad se la quiere con lo que es, con lo que tiene y con todos los que la habitan. POP es eso y mucho más y Paco es más que un escritor. Lo dice el autor de la nota.
Expropiar, prohibir, demoler, destruir…
Esta parte comienza con un preludio catastrófico sobre Iquitos y una frase que lo grafica: “Otra noche de mierda en esta puta ciudad”. Vienen las historias del caos. La demolición del Palacio Municipal y la semidestrucción de los murales de Calvo de Araujo son ejemplos de ese caos donde la exageración no es ajena. Como, por ejemplo, afirmar que Salomón Abensur acabó con el Festival Regional del Libro equivale a decir que Rony Valera lo estrenó cuando todos sabemos que ambas circunstancias tienen un nombre: Joaquín García Sánchez. Pero el capítulo incide en que la memoria fue combatida ferozmente como los negativos fotográficos echados al río y los periódicos de la Biblioteca Municipal echados a la calle. Si comienza con una visión fatalista de la ciudad de Iquitos también la termina con ese estado de ánimo. Pero es en ese espacio geográfico donde tiene que escribir.
El hijo alado de la magia amazónica
Es uno de los capítulos mejor logrado del libro. Con dos espacios bien marcados: occidental y amazónico. Nos hace volar por la tierra, figurativamente, con una habilidad literaria sustentada en el conocimiento de la vida y pensamiento del protagonista: Gino Ceccarelli, quien comenzó a comunicarse con los espíritus y por eso seguramente se lo quiere más. Y por eso se mira con cierta envidia sus romances con sirenas y runamulas. Gino ama con alegría y locura y así pinta también. Paco afirma con conocimiento que Gino no ha caído en modas y argollas y tampoco haber prostituido su trabajo. Y cuando afirma que los mitos y los hombres son indesligables es una frase que todos podemos firmar.
Sabor
Es uno de los capítulos que deja un sabor agridulce. Pues a pesar que recorre con Chelita Chong, la esposa de ese gran conversador como fue Julio Alarcón, conocido como el chino Alarcón tanto en la vida vespertina como nocturna de un Iquitos que ya no volverá jamás, el mercado para las compras de los ingredientes de lo que será el pescado en salsa de mamey, se detiene en anécdotas que son eso solamente como aquella de la torta. Pero donde uno comienza a saborear el capítulo es cuando Paco degusta el inchicapi o el juane y muestra lugares donde comer potajes amazónicos en Lima. Aunque omite el mercado de Magdalena se le perdona al autor porque, según últimas declaraciones, está en plena preparación de un libro sobre gastronomía donde las omisiones no recibirán el perdón de ningún comensal, menos algún lector. Por ejemplo, ahí tendrá que referirse a esa maestra del ninajuane, como es la profesora Nilda Chávez de Jarama, quien con ese plato ganó un concurso nacional convocado por RPP Noticias y que ganó a aquellas que se consideraban las referentes de la cocina amazónica cuando es evidente que las ollas y fogones de los domicilios –y no necesariamente de los restaurantes- tienen los sabores más auténticos.
CNI es más que una oración
Es uno de los capítulos más intensos, emotivos y que uno lee casi al borde del éxtasis. Porque juega con los tiempos, como haciendo honor al fútbol de Colegio Nacional de Iquitos en combinación con Hungaritos Agustinos. Comienza con una fecha memorable: 11 de diciembre del 2011. Y juega con un paralelismo que me encanta: la presentación del libro del periodista César Hildebrandt y lo que ocurre en las calles de Iquitos, con frases extraídas de la más pura novelería charapa. Por ejemplo, cuando se dice que quienes alborotan la ciudad son jóvenes que parecen jovencitas y se narra con vehemencia las jugadas del chato Carlos Barrena, las dribleadas de Valenzuela o las arremetidas de Luna. Asombrado por la performance de Utia el autor se traslada a 1992 cuando el equipo albo perdió la categoría luego de ser derrotado por León de Huánuco y pasa revista a lo que fue la campaña del equipo fundado por el cura Silvino Treceño Ríos. Con un repaso rápido a lo que ha sido el fútbol loretano de las últimas décadas Paco nos ratifica la idea de un deporte que junta a las familias y provoca añoranzas sobre la niñez del autor.