Como no sucedía hace varias elecciones la agenda política de la semana pasada en la región Loreto, especialmente en Iquitos, no ha estado marcada por las propuestas de los candidatos al Congreso de la República ni las que podrían hacer los postulantes a la Presidencia de la República. Y no es que exista indiferencia, únicamente, por parte de la población y los generadores de opinión pública. Sino que los acontecimientos fuera del ámbito electoral han soprepasado cualquier consideración.
Los más de 14 muertos por la rabia silvestre que salieron del Datem del Marañón y que se han producido por una negligencia compartida entre la máxima autoridad de la provincia, el jefe máximo de la DIRESA y el gobernante de Loreto nos ha puesto de nuevo en la agenda nacional como una zona con servicios precarios en salud. Y nos ha puesto en evidencia también como un lugar donde a cada muerte se responde con una declaratoria en emergencia que puede agilizar los trámites administrativos pero que muy poco contribuye a desterrar las enfermedades endémicas. Desde setiembre se ha tenido conocimiento de esta rabia y el gobernador ha estado más preocupado en el traslado insensato de las oficinas de la DIRESA en Iquitos y en sortear los obstáculos de la licitación para el nuevo hospital que antes de darse ya huele a podrido. Y todo ello parodiado histriónicamente con el llanto hipócrita de un señor que no está a la altura de las circunstancias que le ha puesto la historia
El problema generado en Iquitos por la aplicación de una norma nacional donde se exige la revisión técnica para los motocarros que prestan servicio público ha servido para comprobar que el gobernador Fernando Meléndez no puede ni siquiera solucionar los problemas laborales de su personal e intenta meterse en un tema netamente municipal. La evidencia que se usa recursos del Gorelor para contentar a los motocarristas no solo demuestra la desesperación del señor Meléndez sino que grafica diáfanamente la pérdida de brújula de una gestión que empezó mal y terminará peor.
Lo del atentando contra mi domicilio –y que el candidato Julio Guzmán reseñó en el último debate presidencial en Lima- no es un hecho aislado y, contrariamente a lo que pensaron sus autores intelectuales, ha motivado la solidaridad de propios y extraños y que, sin duda, llevará a las autoridades del Ministerio Público a tomar las declaraciones de este señor llamado Fernando Meléndez. En los pocos meses que tiene se gestión se ha dedicado a financiar con recursos del canon petrolero a quienes quieren convertir a Iquitos y la región Loreto entre buenos y malos.
Por todas estas consideraciones el gobernador tiene rabia silvestre, no esa que ha llevado a la tumba a nuestros paisanos, sino aquella que impregna su espíritu y le hace actuar como se ha visto la semana pasada y que el columnista Héctor Tintaya en este diario tan bien ha narrado. Pobrecito, don Fernando.
LLAMADA Lo del atentando contra mi domicilio –y que el candidato Julio Guzmán reseñó en el último debate presidencial en Lima- no es un hecho aislado y, contrariamente a lo que pensaron sus autores intelectuales, ha motivado la solidaridad de propios y extraños y que, sin duda, llevará a las autoridades del Ministerio Público a tomar las declaraciones de este señor llamado Fernando Meléndez