El maltratado y sufrido sindicato de trabajadores fantasmas del Perú, gremio de polendas que cuenta con su puntual notario y la frase que repite a cada momento y que dice es correcto, su picapleito que se bate en nombre de la ley para defender los derechos laborales de sus clientes, hizo su mitin en la ciudad de Iquitos, lugar donde tiene bastantes afiliados. La jornada cívica se realizó en el inexistente Parque de las Nodrizas, un sitio que hace décadas iba a ser construido con plata del erario, bajo el auspicio del prefecto Temístocles Molina Derteano, pero allí surgió la Plaza 28 de Julio y todo pasó piola hasta el día de hoy.
El máximo líder del dicho gremio, un hombre que nunca ha trabajado pues siempre ha sido un servidor fantasma de todos los gobiernos, se lanzó contra el Estado que violando toda convención internacional del trabajo había despedido del Banco Central de Reserva del Perú a algunos empleados invisibles que prestaban sus invalorables servicios para la buena marcha de dicha entidad. Eso era inadmisible y, sin exagerar, exigía la pronta reposición de esa fuerza indeclinable. El dirigente concluyó su intervención solicitando a don gobierno que suba el sueldo de los trabajadores de ese rubro al rango ministerial.
Esa noche épica y lirica los frondosos parinaris seguían en la plaza, la locomotora del tren de Arana no se movía de su sitio, las piletas carecían agua como casi siempre y la glorieta y la glorieta era albergue de personajes nocturnos y dudosos. En dicho lugar no había nadie, debido a la condición de los trabajadores fantasmas que carecen de oficina, no tienen nada personal, ni máquinas de escribir, adolecen de secretarias, nunca aparecen por sus centros laborales, pero pasan por planilla. En esas condiciones no pueden ser ni empadronados, ni dar sus firmas pero podrían votar por lo bajo en las elecciones que se vienen.