Los frecuentes ataques que venía recibiendo la afortunada suegra del señor Alejandro Toledo en el racista Perú de todas las sangres, los colores de piel y de billetera, los ingas y los mandingas, probablemente desencadenaron la furia de un personaje maltratado, marginado y frecuentemente despreciado, la suegra de antes y de mañana. El episodio comenzó cuando un grupo de ofendidas señoras tomó una calle limeña para protestar con carteles, lavado de camisas y pantalones, contra el desprecio de los demás que no consideraban que ellas criaban a las criaturas que pasaban luego a ser esposas de los ingratos y torpes yernos.
La protesta no hubiera tomado alas y la suegra hubiera seguido sufriendo su calvario como siempre, pero surgió un personaje que vio la ocasión de pescar a río revuelto y, secretamente, se dedicó a empadronar a esas damas, prometiéndoles enviar un plan de ley al Parlamento para reivindicarlas como valerosas y piadosas damas que muchas veces lloraban cuando se casaban sus hijas. Entre gestos triunfalistas, el personaje prometía que a partir de la fecha todo aspirante a yerno tenía que hacer una inversión, tenía que pagar todos los gastos que hizo la madre para poner a punto a la criatura.
Nadie a partir de la publicación de esa ley de avanzada podía casarse sin mostrar la factura, suscrita y sellada por notario que no podía decir alegremente es correcto como tantas otras veces. En el citado proyecto de avanzada, además, constaba que el yerno, de acuerdo a sus ingresos, debía pagar una pensión mensual a la madre de su esposa. Es cierto que el proyecto de ley arribó al legislativo pero misteriosamente desapareció tal vez manipulado por algún congresista que vio su propia ruina porque tenía 2 suegras. Ello ocasionó el nacimiento del flamante Partido Popular de las Suegras.