Por: Gerald Rodríguez

 

Señor Francisco Sagasti:

Pretender estar bien, en este país que todavía no ha limpiado su casa, es agotador. Recuerde que usted es un huésped, no el dueño de la casa, ni del circo, ni de esos monos que pretenden saber todo de lo bien que nos va con la Constitución. Porque las calles no le han puesto a usted en ese sillón para gobernar, a usted lo dejaron entrar no para que vaya a recitar poemas con fondos paternalistas, a usted lo dejaron entrar no para que se corra de la llama que hace arder a este país, a usted no le pusieron en la Casa de Pizarro para que devuelva la esperanza del continuismo, a usted, señor Presidente, le dejaron sentarse para que escuche a este pueblo adolorido, y sea por medio de usted que el pueblo haga su voluntad, porque no olvide que usted es un “peón del pueblo”, ese mismo que no tendrá duda de rechazarlo sino busca pronta solución a los problemas que fueron la razón por la cual aún sigue en las calles.  A usted no lo puso la CONFIEP, ni el TC, ni la USAID, y aunque sabíamos que usted defiende y cree en esos grupos que no representan el desarrollo de este país, las calles todavía sangran, pero usted ya eligió sus padrinos para el bautizo, usted ya nos mostró sus lágrimas, y citando a Blanca Varela, “ni vivo ni muerto/este cocodrilo/me llena de lágrimas de cocodrilo”, quizás sea así.

Señor Presidente, espero que su humanismo no tenga careta, que sus lágrimas no sean del momento, que sus oídos no se hayan hecho sordos a las protestas que seguirán en las calles para recordarle porqué usted está ahí. Y mientras deje ya de citar a Vallejo, le aseguro que la poesía vallejiana estará y permanecerá viva en cada clamor por una nueva Constitución, por la justicia que no hay en este país, por igualdad, por desarrollo, por exterminar la corrupción, por fortalecer la democracia, por acabar con los partidos políticos que en el fondo son bandas delincuenciales; los jóvenes seguirán en las calles con la poesía vallejiana, por un verdadero cambio, por superar la pobreza, por mejorar el sistema educativo y de salud, porque así de escalofriantes son los temas de la poesía vallejiana, porque la poesía vallejiana estará siempre comprometida con este pueblo que le permitió que usted ahora fuera el presidente, y que usted abrió camino nuevamente de esa poesía olvidada, prohibida o excluida para no despertar mentes “terroristas”, para recordar  siempre su compromiso, mientras dure su mandato, en este territorio de desgracias.

No se atreva a utilizar la arquitectura del poder para acabar con este país, que de a poco está a un paso del caos, ya que usted representa la continuidad y no el cambio, pero en esa continuidad usted representa el equilibrio hasta que llegue el nuevo representante, aquel elegido por los peruanos, el que seguro será responsable de los grandes cambios, o de la continuidad de lo mismo, hasta que este país termine por explotar, síntoma que ya hemos visto por ahora. Pero usted se muestra como un hombre decente, académico, inteligente y caballeroso, pero el pueblo desea menos de sus “cartones” y más de sus estrategias para resolver los problemas más urgentes, y no termine calentando el asiento hasta la llegada de su sucesor. Señor presidente, cuídese de ese Congreso que todavía es el error de la esperanza, es la turba infame de aves nocturnas, gobierne con este pueblo, que lo eligió para congresista y que le permitió ser presidente. Compórtese a la altura del cargo, por este pueblo que esta ávido de cambios. Haga cumplir la esperanza de Vallejo, que es la esperanza de todos los peruanos.