Dorian Fernández trabaja sobre la Trata de Personas
Así que el camino que recorre es ascendente y, lo reitera, con Andrea Moberg persiguen sus sueños. “Fíjate, nos conocimos cuando yo estaba en plena preparación de Cementerio General y ella estaba iniciándose en un activismo social que le ha llevado al lugar donde está ahora y los dos queremos y sabemos que los sueños tienen que perseguirse para que dejen de serlo”.
El cineasta estuvo pocos días por Iquitos, los suficientes para contarnos de los proyectos que tiene, los sentimientos encontrados que encuentra cuando recorre la ciudad y comprueba que hemos retrocedido y, sentirse satisfecho porque, junto con su novia Andrea Moberg, caminan para alcanzar sus sueños. Aquí una apretada síntesis del diálogo con Jaime Vásquez en el set de televisión.
Dorian Fernández ha vuelto a Iquitos para acompañar a su novia, Andrea Moberg, en una rápida visita que Pro & Contra aprovechó para conversar sobre los nuevos proyectos que tiene en mente y que, para sorpresa de muchos, es un libro que vendrá acompañado de una película. Él está totalmente ocupado en ambos y confiesa que la información que ha obtenido para ello es impresionante. “No sólo por el drama que viven las niñas sino por el entorno familiar donde están padres, madres, tíos, es decir es una verdadera locura”, dice mientras su novia le observa los gestos.
Y sus palabras no debería sorprendernos, por lo menos a los iquiteños. Porque la capital loretana ocupa el tercer lugar en esta actividad mafiosa que en algunos países es más rentable que el narcotráfico y el tráfico de armas. Ni más ni menos. Hace cuatro años trabaja en el tema y el interés que siempre ha tenido es combinar las producciones de entretenimiento con las de denuncia social como “Desaparecer”, donde se mostró cómo se llevan los recursos amazónicos indiscriminadamente. El proyecto, según nos dice, ya está plasmado en un libro que ya tiene incluso nombre: “La pampa”, donde se narran casos de explotación sexual contra menores. Todo un tema, en realidad.
Por otro lado, dice sentirse satisfecho porque las dos versiones de “Cementerio General” se han exhibido en salas de varios países y en todos ellos ha provocado la atención del público. También “Desaparecer” porque se ha presentado a diversos festivales y ha recibido premios que nos motivan a continuar en esta brega por alcanzar los sueños.
Cuando le preguntamos si por su trabajo cinematográfico y el éxito alcanzado ha encontrado más amigos que enemigos, no duda en decir que “los amigos han aumentado y los enemigos cuando ven que el trabajo es serio y responsable por lo menos reconocen eso”. Así que el camino que recorre es ascendente y, lo reitera, con Andrea Moberg persiguen sus sueños. “Fíjate, nos conocimos cuando yo estaba en plena preparación de Cementerio General y ella estaba iniciándose en un activismo social que le ha llevado al lugar donde está ahora y los dos queremos y sabemos que los sueños tienen que perseguirse para que dejen de serlo”.
Al preguntarle por la ciudad de Iquitos y cómo la encuentra es inevitable notar la desazón que produce hablar de la tierra “en la que crecí y en la que los niños y todos los ciudadanos vivíamos mejor, eso duele pero hay que decirlo porque no se puede ser condescendiente con la situación terrible que vive Iquitos, más aún si la comparamos con otras ciudades del interior como Arequipa, Cusco, Trujillo”. Agrega que esta situación no es sólo responsabilidad de las autoridades sino de los mismos ciudadanos que al parecer se han dejado llevar por el desgano y la indiferencia. “Eso no puede ser”, afirma.
Finaliza con un mensaje de esperanza: “No podemos bajar los brazos, tenemos que ser optimistas”. Y, mientras retira el micrófono y lo deja en la mesa, reafirma que a pesar que no radica en Iquitos todo lo hace pensando en la ciudad que le ha servido siempre de inspiración y a la que le debe, por ello mismo, tantas satisfacciones. Toma de la mano a su novia y se aleja del set y en nosotros queda lo que dijo del proyecto “huayo” que impulsa junto con otros jóvenes y no tan jóvenes creativos.
Y es que “huayo” debería ser tomado no sólo como referencia sino como un símbolo para que desde los colegios los alumnos sepan y entiendan que vivimos rodeados de una naturaleza envidiable y que es insólito que no la conozcamos en toda su magnitud. Ese proyecto, lo dice claramente Dorian, es más conocido en otras partes fuera de Iquitos y que el objetivo es maravilloso y por eso confiesa que está trabajando en una película que tendrá como personaje principal a “huayo” y que es tan ambicioso como inmensa es la Amazonía. Y cuando habla de “huayo” le brillan los ojos quizás más que a Chichi Fernández, su hermano, otro de los activistas que donde puede y le dejan habla de ese personaje.