Escribe: Percy Vílchez Vela
En medio del tumulto, de la intransigencia, de la emisión de una sola postura, es necesario recordar las palabras de los otros, los que no se suben al tren del momento. Nada es blanco y negro solamente y la voz discrepante vino de parte de una comunidad de urarinas que no está de acuerdo con que la empresa estatal explote petróleo en la Amazonía, menos en el lote 192. Las palabras del líder de la comunidad ha pasado desapercibida. Solo fue citada por algunos medios, pero muestra o evidencia una verdad que no se pude ocultar o soslayar.
Desde la modesta y anónima comunidad de Nuevo Porvenir, aldea de filiación urarina que está ubicada a orillas del río Corrientes, ha surgido una voz discordante o discrepante contra la manía de exigir que la empresa Petroperú explore el oro negro del lote 192. Esa voz es importante porque no se trata de la emisión de una opinión simple, de una posición frente a un hecho, sino de una denuncia contra latrocinios cometidos y que han quedado en cero. Es decir, nadie hizo nada para remediar la situación deplorable de la contaminación del territorio de parte de la empresa estatal.
Durante años Petroperú operó el lote 8 y de acuerdo a la versión de Gregori Ahuite, líder de la aldea Nuevo Porvenir, ellos y ellas rechazan a dicha empresa porque ha matado a sus padres con la contaminación. El aludido agregó que la citada entidad destruyó el medio ambiente y nunca hizo nada por remediar sus desmanes. Las palabras son decididamente fuertes y revelan una historia desconocida o ignorada y que hace de la empresa estatal una empresa no confiable para futuras labores de explotación o explotación del oro negro. Por decir lo menos.
El oficialismo de ahora está exigiendo que una empresa no fiable asuma la explotación del lote 192. Nos parece que la presente lucha equivocó el rumbo y la orientación. En realidad, no importa quién saque el petróleo. Lo que cuenta es que esa explotación tiene que ser respetando el medio ambiente, evitando causar desmanes en las comunidades involucradas y, también, pagando un mejor canon. La protesta solo exige que una empresa se encargue de sacar el petróleo. No va más allá y eso es contraproducente para los intereses de las comunidades nativas, de la misma región que asiste al agotamiento de sus yacimientos sin haber conseguido gran cosa.
Como si a los líderes del movimiento pretendidamente nacionalista no les interesara la suerte de esas comunidades nativas, no se dice nada sobre los desmanes que trae la explotación del petróleo. En el ambiente, en forma desatada, había y hay un rechazo a la empresa Pluspetrol Norte. No se sabía de una oposición a la empresa estatal. Pero ahora sí se sabe que en algunos lugares no es bien visto Petroperú. Esas palabras del líder de Nuevo Porvenir deberían ser motivo del inicio de una investigación sobre pasivos ambientales que ha dejado dicha entidad. No hacerlo equivaldría a dejar que las cosas se queden como están. Y, lo que es peor, sería permitir la impunidad y la injusticia en nombre del silencio cómplice.
Nadie de los protestantes ha dicho absolutamente nada sobre las palabras de Gregori Ahuite. Claro, es mejor callar, es mejor hacer silencio, es mejor pasar de largo. Después de todo Nuevo Porvenir es apenas una aldea perdida en la fronda y no tiene mayor significación. Pero ello es un error. Se debería abrir un debate público para ver si realmente Petroperú está en condiciones de explotar el lote 192, garantizando el respeto al medio ambiente.
El petróleo, hoy por hoy, no es un negocio rentable. Pero la perdida sería peor si se deja pasar esta gran oportunidad de conocer los hechos, de saber sobre las victimas que ha traído consigo la eplotación del hidrocarburo. No hay que olvidar que en muchos capítulos de nuestra historia ha ocurrido el silencio. Los caucheros nunca fueron sancionados, por ejemplo.