Después de juramentar como presidente del Perú ante la majestad del disuelto Congreso, ante la autoridad mellada de algunos congresistas que todavía no se iban para sus casas, la señora Mercedes Araoz decidió sentar sus reales lejos de Lima y del palacio de Pizarro para proceder a ejecutar su improvisado gobierno. Así que eligió el distante pueblo de Timicuro para desde allí, desde esa lejanía selvática, iniciar con su régimen femenino. Completamente sola, sin la asistencia de asesores o funcionarios, sin nadie a quien mandar, comenzó con su mandato que se caracterizó por una serie de dispositivos que tenían que ver con el destino del mandatario Martín Vizcarra. Para esa época Mercedes Araoz había olvidado que durante mucho tiempo fue una simple vicepresidente que no tenían una función específica y que a veces asumía el cargo principal. Pero una vez en el supuesto poder pasó a la ofensiva y declaró la vacancia del presidente que había disuelto el Congreso.
Era una manera de limpiar el terreno, de sacar de su mirada a quien le hacía sombra y como carecía de presupuesto para sus gastos cotidianos o para la inversión, se vio en la urgencia de realizar una serie de préstamos bancarios para de esa manera iniciar algunas obras como una vereda peatonal en el pueblo de Timicuro. Mas no podía hacer y fue así como ella, poco a poco, fue quedando relegada a una condición parásita, mientras los congresistas despedidos y defenestrados trataban por todos los medios de convertirla en un caballo de batalla. En vano, gracias a martingalas o leguleyadas, hacían gestiones ante organismos internacionales buscando que ella fuera reconocida como la legitima y verdadera mandataria del Perú. Hasta arribaron a la legendaria Corte de la Haya para que los serios y circunspectos jueces les dieran la razón. Pero esa presidencia carecía de validez, de peso, y acabó convirtiéndose en un mandato fantasma.
El tiempo ha pasado desde entonces y hoy por hoy nadie sabe dónde se encuentra Mercedes Araoz. Lo cierto y verdadero es que un bello día desapareció de la casa alquilada de Timicuro. Y al parecer emprendió un largo viaje sin puerto de llegada y se supone que ahora vive así, viajando sin descanso y sin ganas de volver al Perú.