Voy a transcribir el editorial de “El tiempo” de Colombia que aborda un tema común en todas partes del mundo donde la verdad, tan inherente al periodismo, se ha puesto en discusión por su oposición: la mentira. Son palabras que calzan muy bien a la realidad de Iquitos.
“La Unión Europea se ha tomado en serio la guerra contra las noticias falsas y la desinformación que hoy inundan las redes sociales y evidencian la vulnerabilidad de los grandes motores de la información. Así lo acaba de reiterar la comisión de expertos creada para tal fin, en Bruselas.
Según el análisis, no se trata de eliminar las noticias mentirosas, tarea prácticamente imposible, sino de valorar eficazmente la labor que cumplen los medios capaces de contrastar lo que publican. Entre las sugerencias, llama la atención la de subvencionar con recursos de distintas fuentes el periodismo que se preocupa por formar talentos, que invierte en tecnología y datos. El tema no deja de generar polémica, especialmente porque podría condicionar a los medios beneficiados.
Medidas de choque también han sido expuestas por Francia y Reino Unido. Más recientemente, en el Foro Económico que tuvo lugar en São Paulo (Brasil), el asunto fue motivo de atención dado que las noticias falsas, que han influido de manera decisiva en procesos electorales como el de Estados Unidos, podrían tener cabida en las elecciones de América Latina este año, incluida Colombia.
Un código de buenas prácticas para periodistas y plataformas digitales se hace urgente y necesario. Ya existen esfuerzos individuales que apuntan en esa dirección; este diario adoptó el suyo. Todo lo que se haga para combatir este flagelo que atenta contra los valores democráticos debe ser respaldado con contundencia, dentro del marco de respeto por la libre expresión ciudadana. El periodismo ha pagado una alta cuota en defensa de su bien más preciado: la verdad, la misma que se construye con valores como la libertad y la honestidad.
La ciudadanía debe estar alerta a este tipo de prácticas, que son otra forma de corrupción, y apelar a medios reconocidos en la seguridad de que hallará en ellos la veracidad y contextualización que se requieren en tiempos turbulentos como los que vivimos.
El periodismo ha pagado una alta cuota en defensa de su bien más preciado: la verdad, la misma que se construye con valores como la libertad y la honestidad”.
Desde Colombia, como tantas otras cosas, nos viene la reflexión.