COLUMNA: PIEDRA DE SOL
Por: Gerald Rodríguez. N
La violencia en nuestros pueblos loretanos siempre han sido un sitial de desarrollo, una cuna y otra veces un albergue de violencia donde los único que perdieron fueron los mismos, los que inocentemente son tomados por asaltado por la historia del pasado para buscar algún tipo de progreso o reivindicación falsa como fue la época del caucho, o la llegada de los grupos subversivos, como “Sendero Luminoso” o el “Movimiento Revolucionario Túpac Amaru”. A más de treintaicinco años de estos hechos subversivos y cobardes contra el pueblo, en nombre de una revolución hueca, sin fondo, distorsionada en la ideología, sin el pueblo y contra él, existen aún personajes, que desde las alcantarillas de algunas oficinas públicas, se sienten aun dueño del mundo y del país, y sienten que sus propósitos de la cual en un primer momento renegaron para poder ser liberados de la condena que les acusaba como terroristas, hoy más que nunca buscan echar cuerpo con un nombre fantasma, neblinoso y penumbroso llamado MOVADEF.
Según el caso 1010854, testimonio, 499969, de la comisión de la verdad y reconciliación, fue en la noche, tan penumbrosa como sus corazones, del 29 de mayo del año 1988, que tres grupo del PCP-SL, atacaron el puesto policial nacional del distrito de Lagunas, de la provincia de Alto Amazonas, asesinando al estudiante, Pablo Lugo Vásquez, al policía Ronal García y a Javier Arévalo Guzmán, siendo esto el hecho la primera fisura al corazón de una provincia que se llenó luego de tinieblas.
Fidel Huansi Amasifuen, (caso N° 1007185, testimonio N° 450137), estaba trabajando un 13 de marzo de 1989, en el pueblo de Pampa Hermoza, provincia de alto Amazonas, como cualquier mortal que busca salir adelante para su familia, cuando entraron al bar donde trabajaba cuatro miembros encapuchados del MRTA, le llevaron sin ninguna explicación con forcejeos hasta la base emerretista de Carachamayo, donde fue torturado, amenazado de muerte y amarrado, para que no intentase escapar. Sus familiares llegaron a descubrir donde se encontraba, solo pudiendo conversar con él de pared a pared. A los ocho días cuando regresaron, le dijeron que Fidel había desaparecido. Hasta el día de hoy, en el pueblo de Pampa Hermoza, 45 minutos desde la ciudad de Yurimaguas en auto, por la carretera que va hasta Tarapoto, los familiares no han perdido la esperanza de poder dar algún momento con su paradero, no queriendo aceptar que puede inclusive estar muerto. Como el mismo caso que pasó en el mismo lugar el 28 de marzo de 1992, donde también un grupo de subversivos del MRTA, entraron a una fiesta (caso N° 1012553, testimonio N° 475019), y fueron contra el rebelde, don Jorge Luis Chávez Tebez, que al mismo tiempo que se había enfrentado a ellos, fue amarrado, arrastrado ante el canto de un río, lo bajaron hasta un bote y seguidamente lo mataron. Finalmente hallaron su cuerpo, pero su valentía sigue vigente, acá, en Pampa Hermoza, un pueblo que como otros, tiene muy presente hasta hora en la mente de lo que significa la violencia armada, que por más que cambien de nombre, seguirán siendo los mismos los que cometieron estas viles acciones.