La masacre de las ánforas
En un modesto salivazo, en un despreocupado escupitajo, ahora es posible encontrar pruebas de una masacre. Sucede que en el tiempo de las ánforas los desdichados humanos segregan desde sus entrañas, desde sus rechazos o preferencias, desde sus miedos o euforias, una sustancia letal para el organismo, perniciosa para la salud, conocida como glucocorticoides. La misma está ligada al temido y temible estrés. Eso se sabe desde el 2009, cuando investigadores israelíes sometieron a varias pruebas a los pobres electores de por allá. Así las cosas, votar cada cierto tiempo no es ninguna farándula cívica. Es dañina para todo varón o hembra. Y votar en exceso es peor como el acto de beber sin control.
En la saliva de cada uno de nosotros, en los desprevenidos escupitajos, debe haber ahora tanto glucocorticoides como en un almacén, una fábrica, un estadio. En estresante faena andamos de ida y vuelta porque ya empezó la campaña electoral. Corremos el riesgo de no llegar al día de la votación debido a esa hormona fatal ante el pobre espectáculo de los lanzados candidatos. ¿Cuánto estrés acumulamos cuando escuchamos aletear y cantar al líder de los plumíferos? ¿Cuánto veneno sale de nuestras glándulas suprarrenales cuando escuchamos ladrar a los partidarios de Fernando Meléndez? ¿Qué cuerpo puede soportar las propuestas disparatadas, las declaraciones burras, de tanto energúmeno que quiere el poder?
En nuestro destino ciudadano nos espera el patíbulo del estrés total, porque ni el Frente Patriótico hace las cosas bien. Hace tiempo que no sirve para nada. No convoca ni a una pollada. Es el centro de la bronca por el liderazgo. Estamos perdidos ante la estresante clase política local. Somos víctimas de la peste del glucocorticoides votante. Mejor sería que votaran los muertos, como en tantas jornadas electorales. Y lo peor es que si decidimos decirle no al estrés de las urnas, tendremos que pagar una absurda multa por defender la salud. ¿Es justo vivir así tanto tiempo?
Buena el comentario, pero una parte porque los diarios dan cavida a estes sinverguenzas mentirosos
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