La línea de sombra
El viejo bolero de las sombras nada más, canción de cantina y nada romántica que podría sintetizar o explicar los siniestros apagones en Iquitos, debería no existir. Ni en cuchillera taberna, ni en pendenciera fiesta. Desde hace cuatro años. Más o menos. Porque en esa fecha los bravos y avaros muchachos de las finanzas nacionales dieron luz verde al poderoso caballero que es don dinero para invertir 118 millones de soles en una central térmica. Un platal que nos sacaría de la desgracia de nuestro destino a oscuras. La obra salvadora tiene, pues, su billete, su partida, su presupuesto y, asombrosamente, brilla por su ausencia y más cuando aparecen las tinieblas.
Entre funestos, desagradables y perjudiciales apagones vivimos desde hace tanto tiempo y la obra aludida no se insinúa por ninguna parte. Salvo que sea invisible, nada sabemos de su primera piedra, sus constructores –que esperamos no sean los abusivos chinos-, sus obreros. ¿O es la tantas veces citada hidroeléctrica de Mazán que ni siquiera tiene un previo estudio? ¿O se trata de una asociación de vigorosas anguilas descargando sus energías eléctricas desde una poza aledaña? ¿O estamos ante otra de las tantas obras fantasmas de estos predios en apagones?
Entonces, los brutales, temibles y nocivos apagones dejan una línea de sombra después que se restituye la luz eléctrica. En esa banda oscura está una central térmica para Iquitos. Desde hace algo así como cuatro años está allí, lista para intervenir en nuestras vidas a ciegas cuando se va la luz eléctrica ¿En qué partes de esa obra se han invertido las partidas que vienen cada año? Nosotros, las sufridas víctimas de los apagones, de las sombras nada más, necesitamos saber, y con urgencia, sobre el feliz día en que esa obra será inaugurada con su discurso, su brindis y su parranda.