El señor Kofi Anan, secretario de las Naciones Unidas, fue destituido de su alto cargo. Debido a que quiso implantar en toda la tierra la ley del piropo. Como es sabido dicha ley castigaba con una multa de 700 dólares a todo aquel energúmeno que se atreviera a lanzar cualquier piropo, subido de tono, rojo de color, provocativo a cualquier hora. En el Perú la ley encontró su máxima expresión en la localidad de Selva Alegre, región Arequipa, donde el municipio en pleno decidió que cada infractor pagara la suma de 700 soles peruanos por su atrevimiento. El mandatario Ollanta Humala aplicó la ley universal cuando un sinvergüenza lanzó un piropo subido de tono a su propia esposa y en su misma cara.
La ley del piropo no pudo aplicarse en Iquitos debido a la falta de energía o de cojones de la principal autoridad elegida por el pobre pueblo. El pobre Fernando Meléndez, que es incapaz de lanzar algún piropo a favor de cualquier dama, decidió separar a Loreto del Perú para que entonces pueda lanzar ciertos piropos a los mismos gobernantes. Pero su iniciativa pronto naufragó y el Perú se quedó con toda la dichosa Amazonía. Luego los parlamentarios elegidos durante las elecciones generales del 2016 propusieron reivindicar la ley universal del piropo. Pero no encontraron eco en la bancada mayoritaria que prefería que los peruanos babosos siguieran lanzando sus mismos piropos.
Al final de la batalla, el ridículo y cornudo Melcochita envió al Congreso un proyecto de ley donde pedía una drástica sanción contra los piropeadores de todos los pelajes. El actual Congreso, con la mayoría fujimorista no tiene cuando ver el asunto. Se espera que en los próximos días o meses o años la bancada oficialista se atreva a legislar sobre tan espinoso asunto.