La quema de llantas se ha convertido en una industria en Iquitos. Cualquier persona o colectivo que quiere protestar no hace más que conseguir sus llantas viejas, hacerle rodar hasta cierto lugar y prenderle fuego. De inmediato las altas llamas convocan la atención de cualquier persona y la protesta está dada. El vertiginoso uso de ese tipo de conducta hizo que las llantas viejas se acabaran sorpresivamente. Entonces las llantas eran arrebatadas a los carros particulares. De pronto, cuando estaban estacionados o funcionando, eran asaltados por vándalos dispuestos a todos con tal de quemar esas llantas. Muy pronto la ciudad se quedó sin carros debido a la falta de llantas que habían sido quemadas para protestar por cualquier cosa.
En determinado momento de esta historia la quema de llantas se incrementó grandemente debido a que unos comerciantes se dedicaron a importar llantas de otros lugares. Las llantas recién venidas eran quemadas en lugares públicos y conseguían así llamar la atención. La importación de llantas fue una industria floreciente y permitió que personas insospechadas se dedicaran a comprar sus llantas para quemarlos brutalmente. Estas personas eran las principales autoridades.
Cansados de no ser escuchados, de predicar en el desierto, de arar en el mar, las autoridades locales se juntaron en un colectivo para comprar sus llantas y quemarlos en las plazas principales. Ello era una manera de protestar contra los morosos, los que se hacían los locos, los que no cumplían con los dispositivos. Esa quema es la que ha convertido a Iquitos en una ciudad con una seducción espectacular. Diariamente los turistas asisten a espectáculos donde las autoridades hacen rodar sus llantas para quemarlos vociferando el motivo de tal medida. Se espera que con el transcurso de tiempo esas autoridades funden el partido de la llanta para que la quema participe en las campañas electorales.