La insistencia del sicario

Cuando los absurdos sicarios de Julio César Arana se envalentonaron contra el periodista Benjamín  Saldaña Roca, nadie salió a defenderle. Todo el mundo, prácticamente, se hizo el loco, disimuló la gravedad del hecho con cualquier trastada y hasta cerró los ojos a la barbarie vengativa de los criminales. Entonces el valeroso hombre que denunció el genocidio cauchero tuvo que huir de Iquitos. Salvando las distancias, la  entereza y el valor de un periodista de ese entonces, hoy ocurre lo mismo.  Nadie hace nada para poner a buen recaudo a un mediocre aprendiz de sicario, un corrupto degenerado que pretende amedrentar con sus amenazas de muerte al director y editor de este diario.

El cobarde de marras no ha mejorado su ortografía ni su sintaxis y sigue en lo mismo, amenazando desde las sombras como un ridículo chateador amante de velorios y entierros o un frustrado adicto de matanzas virtuales. Se supone que, en cualquier sociedad mínimamente civilizada,  hechos como ese merecen la intervención de oficio. En el acto, sin necesidad de denuncia. Pero, que sepamos, hasta ahora no ocurre nada. Salvo la denuncia en la Gobernación que ya fue presentada, el resto sigue igual. Y la mejor respuesta es la de los colegas que generosamente se han referido al asunto. Lo cual agradecemos infinitamente.

1 COMENTARIO

  1. MI SOLIDARIDAD CON LOS HOMBRES DE PRENSA QUE LUCHAN CONTRA LA CORRUPCION VENGA DE DONDE VENGA…SIGAN EN SUS LINEA Y NO DESMAYEN HASTA NO VER LEJOS DE NUESTRA TIERRA A ESTA GENTE CORRUPTA.

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