La inevitable protesta
En los arrabales de un fracaso histórico se encuentra ahora el petróleo. El júbilo del ayer reciente, las canciones de los trocheros o extractores del oro negro, no ha significado mucho en verdad. No nos referimos al tanto dinero canonista desperdiciado, sino a la imposibilidad de salir del modelo primitivo, de la exportación de bruto de una riqueza natural. Caucheros de entonces y de todavía, seguimos en lo mismo: vendiendo barato un producto y comprando caro sus derivados. El petróleo se acabará sin ninguna duda. Lo que no termina es la protesta contra los daños, los excesos y los abusos de la explotación de ese recurso.
La Ordenanza Regional No. O20-2009-GRL-CR- sustenta que toda cabecera de cuenca es de interés público y debe ser conservado y protegido. Entonces, no sabemos qué cuernos hace la empresa Conoco-Phillips en la cabecera del río Nanay, allí mismo, en el inicio de la arteria que alimenta, es un decir, de agua potable a Iquitos. Nadie puede estar por encima de la legislación vigente. Además, el lote concedido a dicha entidad está en el área de influencia de la Reserva Nacional Pucacuro y el Area de Conservación Regional Alto Nanay – Pintuyacu – Chambira. Por lo demás, la citada petrolera tiene sus cosas oscuras, como derrames en otra parte que no quiso en principio reconocer. Pero eso es otro tema.
Lo que cuenta ahora es que mañana martes ocho habrá una manifestación cívica contra la labor de esa empresa en lugares vetados por ley y por la conservación de los recursos naturales. Nos parece bien la medida. Impostergable, necesaria, urgente. Nos sumamos a ese hecho contestatario, porque la contaminación petrolera no es un cuento chino o de otra nacionalidad. Es una cruda realidad que algunos no quieren ver. Pero muchos padecen en esta zona boscosa.