Pongo el café por la mañana y el aroma me espolea ligeramente del sueño. Así cabeceando de sueño que se quiere adueñar de todo mi cuerpo, enciendo el ordenador. Tomo un vaso de agua. El tiempo anda loco de primavera a invierno pasamos en cuestión de horas. Leo las noticias en los diarios on line que por el estrecho de Sicilia en menos de cuarentiocho horas habían sido rescatados cerca de tres mil personas. Son personas que huyen de las guerras civiles en sus países de origen, muchos son desplazados ambientales, otras personas huyen del hambre con los hijos en brazos. Aparte de la noticia lo que más me llamó la atención fue la imagen anexa a la noticia. Una foto tomada muy de lejos a una patera donde solo se divisaba las cabezas – una parte de los cuerpos, de esas personas que están guarecidos en esa precaria barca en el Mar Mediterráneo. Cuando se trata de la situación de inmigración en los diarios lo que se trata es mostrar los cuerpos de esas personas que salen de su país casi desesperados. Los cuerpos de esos inmigrantes están fuera del mercado y que son altamente vulnerables. Sin ley que les pueda arropar. El mercado mercantiliza hasta las situaciones como el ocio, menos con el aburrimiento que para el sistema es una anomalía, es un tiempo encharcado, nos señala algo así el filósofo español Santiago Rico Alba en su libro “Ser o no ser (un cuerpo)”. En esa foto no se trata de individualizar personas si no de mostrar los cuerpos indefensos. Luego en el mismo diario, más abajo, encuentro noticias de la situación de los huaycos (alud) en Perú. La naturaleza mostrando su fuerza y también las imágenes se trasladan a los cuerpos de los damnificados. Hay una mujer que lucha desesperadamente en el lodo. Se cae. Se levanta. Y se vuelve a caer cerca de la orilla donde recibe ayuda. Todos son seres anónimos que no tienen historias pero tienen cuerpos. Estos cuerpos como aquellos navegantes en Sicilia no han ingresado al mercado y es por eso lo muestran. Así crean la distancia. Del ellos y nosotros. Igual sucede con el cuerpo de los enfermos o de los viejos (en esta sociedad que exalta hasta el delirio a la juventud) son seres vulnerables donde el Derecho apenas se asoma.
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