El balance financiero de los partidos y movimientos políticos iba a realizarse en este mes de junio del presente año. Pero la rendición de cuentas se retrasó más de lo debido. Pasaron meses y nada. Era como si esas organizaciones no quisieran dar sus números, sus cifras, como si tuvieran algo que ocultar o poco que mostrar. Era, también, como si no quisieran ser fiscalizados por nadie, menos por el organismo electoral. Pero, debido a lo estricto de la ley, tuvieron que mostrar en determinado momento  sus ingresos y egresos.

 

Lo que primero sorprende de esos informes es que la mayor cantidad de partidos o movimientos políticos dicen basan sus ingresos en las parrilladas. De acuerdo a sus versiones autorizadas, esas jornadas concurridas, con sus carnes asadas, su yuca y su ají, son los hechos que permiten sobrevivir a esas entidades. Sin las parrilladas simplemente no podrían sostenerse en el tiempo. Las parrilladas relevan a las donaciones, los aportes y otros ingresos que no son gran cosa. No tendrían ni un centavo en sus arcas sino no fuera por las parrilladas.

 

Debido a ello es que se vio la posibilidad de que los partidos o movimientos políticos hicieran parrilladas con más frecuencia para que puedan invertir las ganancias en mejores importantes. En ese sentido la ley pretendió  exonerar de impuestos y permitir subir el precio de las parrilladas para que esas entidades  salgan de la crisis en el que se encuentran actualmente. Pero entonces estalló una fuerte oposición de grupos y colectivos que no estaban de acuerdo con esas gangas. Todos a una decían que las parrilladas no podían  ser acaparados por los partidos y movimientos políticos, porque esas asadas carnes pertenecían al pueblo. La situación está tensa en estos días y se puede decir que estamos viviendo la peor parte de la guerra de las parrilladas.