[Fernando Santos y Frederica Barclay].

El libro de Santos y Barclay es una enciclopedia, es un compendio de la vida regional, y es de obligada lectura para todos aquellos que buscan conocer más a esta zona boscosa.  Es recomendable que todos los políticos acudan a las páginas de esta obra para no repetir como papagayos viejas historias falsas, para que tengan un retrato más fidedigno de la región más extensa del país.

Escribe: Percy Vílchez Vela


De una manera ligera y desinformada, en cualquier parte y hasta a cualquier hora, se suele decir que el Estado nunca ha apoyado a la Amazonía del Perú. En tantas mentes hay como un desierto sin abono que atraviesa a lo largo y ancho de la historia regional donde el espacio selvático es un páramo a la deriva. Esa imagen desastrosa es falsa, sin embargo. El libro de Fernando Santos y Frederica Barclay, “La frontera domesticada. Historia económica de Loreto, 1850 – 2000”, recientemente editado por Tierra Nueva, cuestiona de raíz esa concepción u opinión a lo largo de más de 400 páginas.  El Estado peruano, después de la independencia del poder español, sí se ocupó del territorio montañoso. Su participación en esa región adquirió varias modalidades, varias formas, buscando siempre incorporar esa parcela lejana al devenir del destino de la patria.

Toda esa campaña se puede sintetizar en la fundación de un programa, un plan, que se llamó La Vía Central. La misma fue inaugurada por don Ramón Castilla, con el arribo de los célebres barcos y con la llegada de diferentes implementos para el despegue de Iquitos. De acuerdo a la versión de Joaquín Capelo dicho programa duró unos cincuenta años y fue una labor que tuvo que ver con el dictado de dispositivos sobre la montaña y los ríos navegables, el envío de colonias agrícolas y militares, la protección de misiones religiosas, la apertura de trochas y caminos, la fundación de lugares. Sobre el particular el citado Capelo dice: “El carácter político militar de la Vía  Central es el que ha determinado su inmediata ejecución; y siendo los intereses que allí se juegan los de toda la nación, es evidente que ningún otro interés, por válido que sea, ha podido tener fuerza suficiente para detener la corriente que determina” (Carlos Larrabure y Correa en “Colección de Leyes, Decretos, Resoluciones y otros documentos oficiales referentes al departamento de Loreto, página 436, tomo III).

La Vía Central fue, pues, el momento aglutinante, el instante que desbordó a los gobiernos efímeros gracias a la iniciativa de desarrollar la Amazonía. Los autores del libro que comentamos escribieron una obra ambiciosa, desmesurada, que abarca  algo así como 150 años de vida económica. El libro se divide en tres largos capítulos que encierran hechos, acontecimientos y personajes que han intervenido en la configuración final de la Amazonia que hoy conocemos. En cada capítulo, invariablemente, como una evidencia incuestionable, surge la  participación del Estado con sus iniciativas como la apertura de la navegación en el Amazonas, la fundación de Iquitos, la dación de leyes para regular la extracción cauchera, la búsqueda de integrar la dispersión, etc. El Estado inoperante, ausente, lejano y remoto, no existe en ninguna parte. En todos los periodos de la vida económica y social de la maraña siempre ha participado de una manera decisiva.

Desde luego, los aportes desde adentro, del país interior, han sido importantes para configurar esa frontera domesticada, ese lugar conquistado. En un primer momento, los personajes centrales son los comerciantes, luego aparecen los patrones con sus fundos, los que deciden el rumbo que debería tomar la región. Los fuertes intereses que representan son los que marcan el rumbo de la región. Luego esos personajes ceden el paso a los movimientos sociales, a los movimientos populares, que luchan por sus reivindicaciones más sentidas.  La madurez de esos movimientos estalla con las grandes batallas regionalistas que encontraron su cumbre con el movimiento encabezado por el capitán Guillermo Cervantes. Luego aparecen las gestas regionalistas que son luchas por el canon petrolero. En ese tiempo aparecen otras  reivindicaciones locales y los indígenas adquieren un protagonista inusitado.

El estudio realizado por los autores ha sido esforzado y minucioso y por eso, debido a los  datos, referencias y hallazgos, pueden cuestionar una serie de mentiras, de medias verdades, sostenidas por otros autores sobre algunos hechos de la historia regional. Cuestionan, por ejemplo, que la economía cauchera estuviera basada en la explotación de solo dos especies y sostienen que esa economía estuvo basada en la explotación de diversas especies. Cuestionan la opinión de que la habilitación y la correría eran las únicas formas de reclutamiento de peones para el trabajo cauchero. Sostienen que no fue una economía del terror la que se impuso en los fundos del cauchero Julio César Arana. Dicen, entre otras cosas, que la economía de Loreto no estuvo monopolizada por las empresas extranjeras, puesto que había empresas locales que tenían una presencia considerable.

Para Santos Granero y Barclay el Estado a lo largo y ancho de la historia tuvo  un papel importante en la cimentación de los derechos ciudadanos, en la formación de una ideología regionalista y en el predominio de una identidad regional. Esos tres factores no han dejado de tener un saldo negativo: “La ocupación y expansión de la frontera de Loreto ha sido un proceso prolongado y azaroso, caracterizado por el violento desplazamiento y despojo de los indígenas, formas coercitivas de trabajo, expansión irracional de los recursos, enriquecimiento de unos pocos a expensas de la mayoría, y manipulación de la ley en beneficio de una poderosa minoría. Dicho proceso ha dejado marcas imborrables tanto en la gente como en el paisaje. El exterminio de muchos pueblos indígenas, la aculturación forzada de otros tantos, la imposición de una mentalidad de “habilitado” como consecuencia de años de subordinación, y el empobrecimiento de lagunas, ríos y bosques, son algunos de los aspectos de ese proceso que no son fáciles de olvidar o superar” (Página 401).

El libro de Santos y Barclay es una enciclopedia, es un compendio de la vida regional, y es de obligada lectura para todos aquellos que buscan conocer más a esta zona boscosa.  Es recomendable que todos los políticos acudan a las páginas de esta obra para no repetir como papagayos viejas historias falsas, para que tengan un retrato más fidedigno de la región más extensa del país.