Percy Vílchez Vela
Desde el momento de su arribo al aeropuerto de Iquitos, las fuerzas de seguridad, los carros blindados, los uniformados en sus unidades motorizadas, prestaron el debido blindaje a los 15 céntimos que enviaba el gobierno para luchar durante todo el año contra la trata de personas. La inversión no era cualquier cosa. Era la decisión del Congreso que así se comprometía a ayudar al combate contra ese delito. Era el momento entonces en que ese dinero, debidamente lacrado y protegido con varios candados, llegaba a su destino. Eran 15 céntimos en moneda dura que iban a servir durante 356 días con sus noches para evitar los desmanes de un delito que cada año se incrementaba. El dinero, con hartas medidas de protección, fue depositado en la bóveda de un banco local. Allí quedó como un mudo testimonio del apoyo estatal a una causa justa en defensa de los derechos de los más desheredados de la fronda.
Durante un tiempo los 15 céntimos depositados en esa bóveda bancaria fueron la comidilla de los unos y los otros. Por un lado estaban los que creían que esa inversión iba a ser suficiente para acabar con los tratantes debido a que se iba a gastar en forma ordenada. Por el otro lado figuraban los que decían que esos 15 céntimos eran una burla porque no servían para nada. ¿Que se podía hacer con ese dinero que había llegado de la capital fuertemente custodiado? El tiempo pasó y se supo que ese dinero no se podía gastar así nomás. Se tenía que presentar un proyecto debidamente regularizado por notario, se tenía que presentar una declaración jurada, se tenía que mostrar certificados de buena conducta, se tenía que mostrar testimonios contundentes de una vida honesta y sin manchas o máculas. Así nomás entonces no se podía acceder a esa fortuna.
El tiempo pasó sin remedio ni salvación y al final del año se supo que ese dinero, esa fortuna de 15 céntimos, se tenía que devolver al erario nacional porque no se encontró lugar para la inversión. Fue así como fuertemente custodiados por las unidades policiales esos 15 céntimos fueron sacados de la bóveda, metidos en un recipiente de metal que tenía varios candados y llevado al aeropuerto escoltado por una caravana de carros policías. Fue así como esos 15 céntimos, contantes y sonantes, fueron devueltos luego de permanecer durante meses en la bóveda bancaria.