Los viajes largos en el avión dan para leer para folios de buenos libros. Es cuestión de buscar el libro adecuado y oportuno. No suelo llevar en el talego un solo libro sino varios. Y voy saltando de uno en otro. En Lusaka sonreía con El Quijote, en la versión trabajada y depurada del escritor Andrés Trapiello, en verdad que se lee mejor al caballero andante de la triste figura. Y junto a él un ensayo de Orhan Pamuk “El novelista ingenuo y el sentimental”. Lo interesante del libro es la experiencia de Pamuk como lector, de esas “experiencias sensoriales” de los primeros folios de un texto y también de su experiencia/oficio como escritor. Es como recomponer un mapa mental, observas mejor los detalles de la escultura. En el caso de él recomienda que quien trabaja con la palabra es una suerte de híbrido de esos dos tipos de novelistas. El novelista ingenuo o los novelistas ingenuos son quienes escriben con serena naturalidad casi intuitivos. Y los novelistas sentimentales son más reflexivos, emotivos, sensibles al arte de la palabra escrita. Me quedé pensando en esa clasificación pergeñada por Friedrich Schiller. En verdad, que en el oficio se muta de un lado a otro pero hay que mantener los ojos abiertos. En el vuelo entre Madrid y Kigali leía con mucha fruición Ngũgĩ wa Thiong’o, un gran escritor keniata en el libro “Descolonizar la mente”. Ha sido una grata lectura y revelación. Muchas de sus tesis pudieran aplicarse al caso amazónico y uno de los primeros presupuestos es el de descolonizar la floresta – sobre todo de esos libros de viajes de ayer y de hoy o de los escritores de paso. Uno de ellas, por ejemplo, es la importancia que da él a literatura oral (la traductora del libro la llama oratura) y que se escriba en el lenguaje indígena. Me parece que ha dado en la diana en el caso de la literatura amazónica (no hablo de literaturas amazónicas nacionales que para mí es un trampantojo) en el sentido que los y las que escriben en la floresta deberíamos prestar atención a la literatura oral, incorporar en nuestro utillaje diario de cara a la palabra. En las novelas de este escritor nacido en Kenia y que vive en Estados Unidos uno percibe ese trabajo de oficio y de escritorio sobre como plasmar ese gran aporte de la literatura oral. Es más espontáneo, fresco, más natural pero también hay sesos antes de escribir. Estamos ante un caso de la fusión de un escritor ingenuo y sentimental.