Con una independencia nacional casi reciente, con un atrezo de una guerra civil muy cercana, con problemas de analfabetismo en la población, con pocas inversiones en el país salvo en algunas exportaciones de recursos naturales hay personas, hombres y mujeres, que apuestan por un futuro a pesar de todo. Esta vez quiero citar la vida de Filigenio Borja, un muchacho de veinte y pocos años de Bissau. El es Bijagós, una etnia que vive en el archipiélago del mismo nombre al frente de la capital de Guinea Bissau. Quizás ese origen insular nos hizo acercar más, nací en Ilha Grande, un condado literario en la floresta de Perú, le dije. Me miró y mostró una sonrisa franca. Como si no diera crédito de mi procedencia insular. Filigenio trabaja en el hotel donde nos hospedábamos. Fue el primero que nos conectó con la realidad de este país africano. Era callado pero cuando hablaba muy reflexivo de la situación en la que vivía. Le gustaba cocinar pescado. Recuerdo que nos acompañó a comprar los chips para los móviles, era casi mediodía y el sol africano nos quería calcinar. Al saber que venía de Madrid me comentó que admiraba a Zidane pero que era forofo del Sporting de Lisboa. Por su admiración por Zidane le cite a Enzo Francescoli, gran jugador uruguayo a que Zizou admiraba cuando era un joven jugador, Filigenio ignoraba de su existencia. Le mostré algunos vídeos sobre Francescoli que él gritaba de admiración por cada jugada. Él había estudiado en el archipiélago pero emigró a la capital por trabajo. A parte de trabajar en el hotel, él estudiaba idiomas: quería mejorar su portugués, a la par del inglés y el francés. Está en los niveles próximos a terminar. Un sábado nos llevó a Safim, un pueblo cercano a Bissau, quería mostrarnos todo a lo largo de camino como los almacenes donde guardan el casho o el anacardo de la fazendas. Luego de comer y para volver a Bissau tomamos un toca toca, una combi o furgoneta de transporte público que iba a mil por hora. Todo un descubrimiento vital, aquí viajan la mayor parte de la población. Íbamos sentados pero con la combi a tope. Casi chocabas con las caras de los otros pasajeros. Era vivir esa parte de África de otra manera, sintiéndola. Pero Filigenio Borja sigue estudiando, piensa que las cosas pueden cambiar en su país. Tomara.
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