La labor de la justicia entre las personas humanas es un quehacer de equilibrio de cara a los litigantes como al mismo que la administra. Esta es siempre imperfecta (y está contaminada) por eso ese ejercicio de buscar el equilibrio. Hace un tiempo atrás el presidente de Estados Unidos eligió como juez del Tribunal Supremo a un candidato de estirpe conservadora ¿un juez o jueza puede resolver causas como el aborto con sus prejuicios religiosos? Lo que nos ha querido decir que esa elección, en la designación de los jueces, juega criterios, altamente, políticos. Así de crudo. Hace unos días aquí en España como miembro del Tribunal Europeo de Derechos Humanos se ha designado a una jueza de ralea conservadora y muy afín al Opus Dei ¿esta jueza podrá resolver casos que le llegan a su despacho, como puede ser de personas homosexuales, sin tener en cuenta sus prejuicios? Aquí en ambos casos se trata de un juez y jueza de linaje conservador. Pero ¿acaso un juez o jueza progresista no se deja llevar por sus convicciones políticas (entiéndase en el concepto menos restringido) para resolver casos judiciales?, ¿la política – en su concepto más amplio- acaso no se cierne sobre un caso judicial como puede ser, por ejemplo, la libertad religiosa o el matrimonio entre personas del mismo sexo? Ante un fallo judicial donde se puede ver, claramente, el plumero de la juez o del juez, ¿Cuándo podemos decir que el juez o jueza ha llegado con una sentencia justa?, ¿la función judicial es solo hurgar la ley y sus hendiduras? En el ámbito judicial desde hace mucho tiempo, por prejuicios patriarcales y espartanos, no se daba su debido valor a los testimonios de las víctimas de violación o de violencia de género, a indígenas, homosexuales o personas con discapacidad ¿se administraba bien la justicia? Por ejemplo, en el expediente judicial contra los caucheros, el caso del Putumayo de principios del siglo XX, se decían que los testimonios de los indígenas no tenían peso legal porque no eran consideradas personas. Hoy las cosas están cambiando felizmente, no es tan ciega la justicia quiero pensar. La tarea judicial de los operadores legales, ya sean estos que tengan tendencias conservadoras o progresistas (que no es garantía de nada), consiste en resolver litigios de la manera más equitativa si no estamos ante el caso de una injusticia. El quehacer judicial no es fácil, por eso, hay que estar más atentos que nunca en esta labor que lo hacen los humanos.
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