Werner Bartra Padilla ha renunciado a la Dirección Desconcentrada de Cultura de Loreto, y es habitual que esto suceda porque, sea porque la reducción del presupuesto en cultura es porque se le denomina fríamente a la cultura como política “improductivas” o “prescindibles”, como si fuera un gasto superfluo y que no tiene que ver con el crecimiento económico, el empleo, y nadie va a protestar. En esta crisis que presenta muchas novedades, y la salida de Werner de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Loreto, no es parte de un manual, ya que es hora que la gestión cultural haga valer su reconocimiento.
Aunque para los medios de comunicación, y la mayoría de la población, tienen la opinión que los presupuestos de cultura son solo aquellos actos relevantes, a veces frívolos, que tienen una gran repercusión mediática. Pero la realidad de nuestro entorno no es esta, la mayoría de gastos de cultura van dirigidos al mantenimiento de la estructura y equipamientos que se han ido creando en nuestras ciudades. Este gasto en cultura tiene un impacto indirecto en otros sectores proveedores de diferentes tipos a la actividad cultural y el funcionamiento interno de los equipamientos culturales públicos.
Pero en tiempo de crisis también se puede aprovechar para una lectura más interna, si quieren más crítica, dirigida al análisis de los costes de mantenimiento de nuestras infraestructuras culturales y si están bien orientadas hacia una sostenibilidad digna en el futuro. Todos conocemos los grandes esfuerzos de nuestras administraciones públicas en la construcción de nuevos equipamientos para superar el gran retraso que tenía nuestro país y crear unas condiciones de futuro. No siempre se han tomado las decisiones con la necesaria distancia ni con los criterios técnicos requeridos, pocas veces se han evaluado lo que podríamos denominar el “estudio de impacto”, necesario para ver como se incide en el presente y que repercusiones tendría nuestra decisión en clave de fututo. Y a veces las alegrías por las inauguraciones de las “piedras y el cemento” de la cultura no nos han permitido situar el proyecto en relación a las disponibilidades de su entrono. Ahora hemos de abordar nuevos retos y el estudio de sostenibilidad de nuestros mapas culturales son de gran importancia para aprender de esta etapa y proyectar los futuros.
El presupuesto en cultura para el país y para la región Loreto siempre quedará reducido o congelado para el funcionamiento de la estructura y cual resta para actividades, producciones, programaciones que tienen impacto en los otros agentes culturales. Esta primera reflexión nos conduce a considerar de qué forma actúa nuestro sistema cultural. Si es así, estamos ante un hecho que reclama una reflexión profunda y observar con detalle la repercusión que va a tener con este frágil sector cultural que anunciábamos. En este sentido es el momento de valorar el grado de responsabilidad del gobierno para gestionar y administrar cultura en el país y en la región, y eso Werner Bartra Padilla lo sabe, como lo sabemos todos los que estamos involucrados en esto.