ESCRIBE: Héctor Tintaya Feria
Tras los audios que involucran al presidente Martín Vizcarra por el tristemente famoso Richard “Swing” Cisneros y su secretaria Karem Roca en presuntos enjuagues para que a nivel del Congreso y el Ministerio Público no lo incriminen, queda demostrado una vez más que en temas de corrupción en el país nadie se salva. Desde el gobierno hasta los que están frotándose las manos con esta inestabilidad en el Congreso y en la oposición de Fuerza Popular con su lideresa que ayer, coincidentemente, emitió un comunicado criticando el “populismo”.
Mientras el cuestionado congresista Edgard Alarcón presentaba casi lloroso estos tres audios en el Congreso, en La Contraloría Nelson Shack resumía que la corrupción al Perú le cuesta casi 24 mil millones de soles, ósea el 14% del presupuesto nacional. Finalmente todos estos escándalos de nuestra política se relacionan de manera directa y en intención fija por apropiarse de esos dineros. La corrupción en el país es histórica, multifacética, hereditaria y aún no se ha constituido como un aprendizaje nacional para intentar el cambio.
Sigue siendo una enseñanza sangrienta que en tiempos de pandemia minan la percepción nacional sobre sus líderes. Lo peor es que apoyar una vacancia de Vizcarra como ya se está planteando nos lleva a los mismos cárteles o bandas políticas de las cuáles tendríamos seguro, tarde o temprano, las mismas consecuencias de lo que ahora estamos padeciendo.
Nos duele hasta el húmero las circunstancias en las que transita la población, más aún en estas horas dramáticas de crisis y enfermedad, puesto que así salga Martín Vizcarra a negar los hechos, a disculparse, allanarse a las investigaciones o finalmente a renunciar, nada cambiará la desolación nacional que causa la corrupción.