Percy Vílchez Vela

En uno de sus recorridos por los arrabales de la ciudad, buscando el esquivo voto, tratando de convencer a los electores de las bondades de su prédica, el candidato Jorge Mera iba cargando un gallo garañón y altivo que parecía más apto para el caldo mañanero que para la campaña política. El candidato mostraba orgulloso al animal, le arrojaba al piso y luego le recogía y seguía andando. De repente, se detenía en seco, agitaba sus brazos como si fueran alas extendidas, golpeaba su pecho con contundencia y emitía sonoros cantos como si se tratara de un gallo galponero de 2 patas. La gente se divertía con esas imitaciones y le pedía que siguiera cantando como un verdadero plumífero. El candidato hacía caso y no se cansaba de imitar al verdadero gallo que no cantaba esa tarde. Tanto cantó Jorge Mera en aquella oportunidad que acabó convirtiéndose en un aguerrido gallo de pelea.

Nadie sabe cómo ocurrió semejante transformación, ni pudo explicar el fenómeno. El candidato convertido, que había dejado su forma humana para convertirse en un verdadero animal con alas, pico y espuelas, desató entonces una batalla campal contra los otros candidatos. Por cualquier motivo interrumpía las reuniones o los mítines y las emprendía a patadas y picotazos contra sus ocasionales rivales políticos. Luego les desafiaba a demostrar sus potencias carnales en el arte de amar. No contento con eso, quería obligarles a que renunciaran a sus candidaturas y que le dejaran solo en el ruedo electoral. En esas condiciones de violencia y beligerancia, se realizaron las elecciones del 7 de octubre del presente año.

En cualquier corral de estos suburbios, en todo galpón repleto de gallinas ponedoras, en los gallineros hogareños de la ciudad, causó una verdadera sorpresa que el candidato convertido ganara limpiamente las elecciones. Así fue. El gallo Jorge Mera se impuso por varios pescuezos de diferencia y de esa manera Loreto contó con un plumífero de armas tomar como gobernador regional. La gestión de candidato convertido se realizó desde un galpón de lujo, desde donde la principal autoridad dio sus primeros decretos que eran mejorar las condiciones de vida de los piantes pollos y de las cacareantes gallinas.