La palabra cesárea proviene del latín caedere, que significa cortar y no, como mucha gente cree, del hecho mítico de que el emperador romano Julio Cesar naciera a través de este procedimiento, cosa, ya probada, enteramente falsa.
La cesárea es la intervención quirúrgica que consiste en abrir el abdomen y el útero con el fin de extraer uno o varios fetos, vivos o muertos. A nivel de los hospitales de la capital el porcentaje de partos de este tipo bordea el 15 a20 % contra los 8 % de los hospitales de salud de la localidad. Las indicaciones son varias, pero entre ellas las que toman más importancia son : La preeclampsia, que es el aumento de la presión arterial en la gestante a consecuencia del embarazo, la presentación pelviana, que es cuando el feto se ubica sentado o de pie dentro del útero, la hemorragia del tercer trimestre, que se debe al desprendimiento de la placenta antes del trabajo de parto y a la placenta previa, que es la mala ubicación de esta dentro del útero, caracterizándose, ambas, por ocasionar hemorragias de distinta intensidad. También están el sufrimiento fetal agudo, que es la condición resultante de la falta de aporte de oxígeno de la madre al feto, la incompatibilidad feto pélvica que se puede dar por una estrechez de la pelvis materna o por malas posiciones fetales, y por último, de lejos, la indicación más frecuente de cesárea que es la cesárea anterior. Esto nos lleva a concluir que cuando se practique por primera vez esta operación en una mujer la indicación no debe admitir dudas porque se pone en riesgo el futuro obstétrico de la paciente.
Ahora bien, una paciente operada de cesárea tiene más chances de terminar su siguiente parto por vía vaginal que volver a tener otra cesárea. La tendencia de la Obstetricia moderna es evitar, en lo posible, el abuso de esta operación que antes se manejaba con muchos temores en el sentido que se volvía a operar de cesárea ante el miedo de una rotura uterina por la presencia de la cicatriz anterior. Se ha observado que el hecho de dar chance vaginal a una paciente con el antecedente de una cesárea previa no aumenta en absoluto el riesgo de rotura uterina o cualquier otra complicación. En lo que sí hay que ser cuidadosos es en controlar estrictamente a estas pacientes, durante el control prenatal y durante su trabajo de parto para detectar y corregir inmediatamente cualquier anormalidad.
Actualmente es una operación con mínimos riesgos, tiene una duración aproximada de 30 a 45 minutos, y se emplean incisiones como la de Pfannenstiel, nombre del médico sueco que la describió, que se practica a 2 cm por encima de la sínfisis pubiana y que deja una cicatriz muy estética que generalmente se oculta por el vello que vuelve a crecer permitiendo volver a usar ropas de baños tipo bikini en las madres que así lo prefieran.
El uso racional de la cesárea mejora enormemente la morbimortalidad materna y la neonatal, permitiendo salvar muchas vidas, algo que tan sólo hace 50 años nos parecía una utopía. Lo que ha contribuido también al éxito de esta es la aparición de antibióticos que han permitido disminuir también las infecciones postoperatorias, que se presentan en un rango del 3 al7 %, dependiendo esto si la operación fue realizada de urgencia, con membranas ovulares rotas, entre otras consideraciones.