El venturoso año de 2016 comenzó con un hecho impresionante que mantuvo en vilo a los unos y los otros. Era la persecución de la cabeza del alto funcionario Percy Rojas. Embravecidos trabajadores, decididos servidores del Hospital Regional, entraron en una desenfrenada carrera por alcanzar la testa del aludido. Este, ante tanto peligro, ante tanto encono, tuvo que mandar proteger su pedida cabeza con variados objetos y esconderse en cualquier parte. No asistió por eso a su centro de trabajo y pretendió dispersar a los que le buscaban afanosamente. Pero estos estaban decididos a quedarse con la cabeza del funcionario y arremetieron una mañana contra uno de sus escondites. Era todavía el mes de enero y, por fortuna, la policía intervino para defender la cabeza condenada, logrando salvar la humanidad de Rojas que luego fue puesto a buen recaudo.
Enero continuaba y los manifestantes, más decididos que nunca, más valerosos que de costumbre, optaron por una nueva estrategia que era esperar el momento propicio para quedarse con esa testa. Ocultos esperaron que esa cabeza apareciera de repente, hicieron labores de búsqueda y rastreo por diferentes lugares. Pero el momento de la captura no apareció y la buscada cabeza quedó a salvo, gracias a que el perseguido cambiaba de lugar constantemente. Los protestantes entonces realizaron campañas radiales y televisivas, pidiendo en todos los tonos la cabeza de Percy Rojas. Este sintió que el peligro no había pasado y entre gallos y medianoche decidió viajar a lejana ciudad dejando su cargo y su puesto de trabajo.
El rastro del funcionario se perdió entonces. La cabeza quedó a salvo. Ello motivo que los manifestantes se quedaran sin esa codiciada presea. Lo único que les quedó a partir de esa huida fue hacer unos muñecos de papel y otros materiales perecibles con el rostro del funcionario que en cada ceremonia pública perdía la cabeza.