En medio del alboroto de discotecas, parrilladas, negocios, bares, huariques y chupodromos, se reunieron los postulantes loretanos al Congreso. El motivo era debatir sobre una de las taras más dañinas que afectaban a la ciudad en general: el ruido. Todo estaba listo para el evento pero ocurrió que era imposible que se escucharan las palabras de cada quien. No se oía nada por más que las voces se elevaran y solo era posible ver los labios que se movían. En vano se trajo parlantes y micrófonos, pues todo siguió igual. Nadie entendía a nadie y la reunión se llevó a cabo con simples gestos.
Este cronista, que asistió al evento como invitado de honor, confiesa que le fue imposible describir lo que decían los gestos. Todo parecía un lenguaje enrevesado, cifrado, caótico, que se perdía en la nada. Era como si los flamantes candidatos gesticularan por las puras arvejas. Todos movían los brazos, cruzaban las piernas, hacían señales confusas. Al final, el evento se convirtió en un cruce de mímicas que parecía el lenguaje de locos convocados para hacer el ridículo. Pero se logró editar un memorial donde se declaraba que el ruido era la peor lacra que soportaba la colectividad iquitense. Luego no pasó nada.
El alboroto de discotecas, parrilladas, negocios, bares, huariques y chupodromos siguió de largo y los candidatos nunca más se reunieron para promover medidas contra el ruido. Las elecciones arribaron con sus parodias y sus desaciertos y luego los candidatos que fueron elegidos para el Congreso nunca más regresaron a Iquitos. Ni siquiera quisieron ponerse audífonos para soportar la calamidad del ruido de siempre. Los que no fueron elegidos, cuando se acercan las nuevas elecciones, son los que ahora realizan sendas reuniones contra el ruido. Nadie entiende a nadie en medio de tanto bullicio, de tanto alboroto, pero ellos insisten ardientemente en arribar a acuerdos válidos contra esa peste.
La campaña debe ser permanente, y las multas efectivas, contra el comercio y «claxon criminal» que elimina la salud, especialmente de los niños, el antro acústico produce ceguera, sordera, Alzheimer, Parkinson, Insomnio, enfermedades cardiovasculares, neurológicas, etc, etc, (OMS), el lumpen se ha adueñado de las ciudades, sin que haya solución, no se respeta a la Policía de Tránsito, Hospitales, Escuelas, Colegios, el negocio de estos miserables comerciantes y choferes nos esta quitando la vida.
Los comentarios están cerrados.