La agresión de los bares
El glorioso municipio de Maynas, suma y compendio de tantos hechos de digna recordación, en días pasados, hace poco, ayer nomás, cerró siete bares y otros establecimientos de la avenida que tiene varios nombres y donde el feriado largo se hace más largo para los que viven cerca del Pardo y del complejo del CNI. Cerró las puertas y las ventanas con goma de mascar, resina de plátano u otro pegamento inútil, pues esos bares y esos establecimientos siguen funcionando en estos días. La farra, la farándula, la tomaduría, los desmanes, siguen en pie en ese lugar lamentable. Muy orondos, más campantes que nunca, tan ufanos como siempre, los propietarios de esos antros, donde se dan cita ruidos indeseables, asaltantes esquineros y tantos ebrios liosos, han vuelto a zurrarse sobre una acción edil. No hay ser que respeten, no hay medida que les pueda hacer algo. Son como una isla sin Dios ni ley.
Entonces, ¿qué tipo de autoridades, que cuerpo de leyes ciudadanas, nos gobiernan? ¿Cómo las dignas autoridades no pueden hacer cumplir sus propias decisiones? ¿Qué harán a partir de esa reapertura los torturados vecinos y vecinas, donde hay niños y niñas? Ellos y ellas, parta salir de ese pequeño infierno urbano, parecen haber agotados todas las posibilidades de la protesta. Acaban de quedarse abandonados otra vez. Y eso es lo grave. El principio elemental de autoridad no funciona entre nosotros.
Es increíble que ello ocurra en una ciudad que se supone tiene a las autoridades en su sitio con los pantalones o los trajes bien puestos. Esos bares reabiertos, y tantos otros en tantas partes de la ciudad, no son lugares para echarse unas aguas sin ofender ni maltratar a nadie. Son una verdadera agresión a la más elemental convivencia civilizada. Y nadie, ni siquiera el aparatoso Charles Zevallos que alguna vez apareció en persona a prometer que iba a solucionar ese problema, ha podido hace nada. Nada de nada.
Vivimos en una ciudad donde impera el desorden y el desgobierno, a eso le sumamos la corrupción generalizada. Poco o casi nada esperemos con relación a esos malditos bares cuna de la delincuencia en nuestra ciudad.
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