Corazón de piedra
El director de la Diresa y la misma autoridad regional, han podido celebrar el Año Nuevo con desbordante alegría sabiendo que trabajadores del sector Salud no tenían ni un sol en el bolsillo porque simplemente no les pagaron sus sueldos. Escuchar la queja e indignación de estos trabajadores a través de los noticieros radiales que les dieron cabida ayer por la mañana, simplemente es para decir, que hay insensibilidad, irresponsabilidad y falta de capacidad para prever lo que se iba a presentar. Solo que simplemente les llega.
Después de la resaca
Llegó el 2018… Y ahora qué. Si pues, qué. Después de las celebraciones por todo lo alto donde incluso se invierte gran parte de los sueldos o mensualidades para poder estar a la altura de las circunstancias. Aunque eso signifique que hoy día despertemos rascándonos la cabeza pensando cómo vamos a sobrevivir hasta fin de mes. Lo cierto es que la mayoría cree que cuando mayor sea la celebración mejor nos ira en el año nuevo. Lo irónico es que al tercer día ya comenzamos con las preocupaciones de tipo económico.
Otra vez
Gorelor insistirá en este año con solicitar de manera formal al Ejecutivo que se le quite el Reintegro Tributario a la región Loreto. Eso de muy buena fuente pudimos confirmar y además ya están ultimando los detales para presentar la documentación respectiva. De hecho está situación provocará nuevamente el debate sobre la viabilidad o no del RT, si debemos insistir en ese beneficio o de una vez por todas apostamos por prescindir de este y exigir al gobierno central otro tipo de compensación.
El remedio peor que la enfermedad
Ojo, hay que tener en cuenta que en un año electoral como este, un debate técnico puede ser llevado al terreno fangoso de lo politiquero, y eso sería contraproducente para los propósitos reales de Loreto. Demostrado está que nuestros políticos, solo están pensando en sus propias campañas. Ellos quieren ganar sí o sí. El nivel es de chocolatadas, fiestas y regalitos. Sería mucho pedirles que se den un tiempo para discutir sobre un tema muy serio. Ojalá nos equivoquemos, y hasta el gobernador en su último año tenga algún gesto de verdadero líder y no de un mero caudillo.
No todo será malo
Un año mundialista nos tocará vivir, y lo decimos para no estar traumándonos con todas las cosas malas, difíciles y preocupantes que nos tocará vivir. Porque los peruanos nos merecemos también sentir alegría en el corazón, que la vida nos regale emociones y motivos de unión nacional. Y el futbol y la selección del profe Gareca, ya nos han demostrado que están para eso y mucho más. Con la vuelta del capitán Paolo Guerrero a la oncena nacional, podemos afirmar la ilusión de pasar a segunda ronda del mundial de Rusia. Así que tengamos listos los polos, vinchas, gorros, banderas y sobretodo, la garganta para gritar de emoción desde la quincena de julio.
Para el olvido
Si las autoridades no terminan de aprender de una vez por todas que no pueden seguir apostando por ferias inseguras, caóticas e insalubres, entonces sí que estaremos fritos pescaditos. Porque lo que nos deja Belén simplemente es un monumento a la basura y el desorden. Es demostrarnos que tenemos personas ocupando tan importantes cargos que solo piensan en sus mezquinos intereses particulares. Que por pintarse como buenos candidatos son capaces de atentar contra su propia gente. Vayan conociéndolos. Vayan evaluándolos, para que en octubre no les vuelvan a agarrar de paltos. Guerra avisada no mata electores.
La espera desespera
Se fue el 2017 pero nos dejó obras inconclusas, incluso comenzamos el nuevo año sin saber cuánto tiempo más tendremos que esperar los iquiteños para tener, por ejemplo, las plazas Bolognesi y Sargento Lores, terminadas al cien por ciento. Una de las enseñanzas que nos deja el reciente año, es que ni el sector privado es bueno para las obras, cuando no hay una adecuada fiscalización y exigencia de la autoridad. Porque con el rollo de que no es el estado sino empresarios particulares, pues les dejamos hasta la cama tendida. Y ahí están los resultados.
La Cenicienta
El viernes es el aniversario de Iquitos, pero, todo parece indicar, que esta fecha significativa pasará sin pena ni gloria. Al menos, no hemos escuchado ni visto alguna programación a propósito de los 154 años de Puerto Fluvial. Los pretextos para una celebración tan pobre a Iquitos -y no de ahora- es que las fiestas de Navidad y Año Nuevo, nos agarran desgastados en todo los aspectos. Lo cierto es que debemos ser una de las poquísimas ciudades que su cumpleaños no tiene el brillo ni prestancia que se merece.