Hasta el pecho
Definitivamente en el país hay una carencia de dirigentes íntegros e identificados con las justas causas de su pueblo o gremios. Lo ocurrido con los maestros es una prueba de lo que decimos. Simplemente es para preguntarse: ¿Ya en quién se va a creer? Si llegan unos diciendo que son diferentes a los cuestionados y resulta que el remedio es peor que la enfermedad.
Criando cuervos
Lo peor es que muchos de estos encantadores de serpientes luego quieren ser autoridades y algunos lo logran y la experiencia resulta siendo nefasta para la población que les confió el voto democrático. ¿Qué debemos hacer entonces? Pues debemos ser más exigentes a la hora de designar o elegir. A manera de autocrítica hay que reconocer que muchos ciudadanos somos muy ligeros e irresponsables en este tema.
Deficientes
En medio de toda la protesta de los gremios profesionales, los que están pasando por agüita tibia son las empresas de telefonía celular y de servicio de internet. Los usuarios ya no saben a quién acudir para exigir un servicio de calidad, porque todas, unas más que otras, están en el mismo nivel. Están como para ponerles en una balsa y que la corriente del río les lleve al Atlántico.
Por gusto
Pensar que se han creado organismos que se supone existen para defender los derechos de los usuarios o cuando menos velar para que las empresas que prestan un servicio lo hagan bien. Pero tremendo chasco. Osiptel, Osinerming, Sunass… y no sé qué más. Son solo eso, siglas y punto.
Ni que fuera gran cosa
Realmente se necesita de miles y miles de maestros para tumbar al gran dirigente del alicaído Sutep Maynas, César Coral. No mojen que no hay quien planche, pues. Eso es demasiada pretensión. Nos resistimos a creer que los profes quieran perder el tiempo con alguien que solito ha caído a los pies del flaco. Por lo tanto tumbado ya está hace ratos.
Fuera los invasores
Aquí tenemos una posición firme en torno al tema de las invasiones. Las rechazamos de plano y contundentemente. Como sociedad no podemos permitir que los traficantes jueguen con la expectativa de las personas necesitadas para tomar por asalto, violentamente, propiedades públicas y privadas. Eso es un delito aquí y en la China. Por lo tanto, el que invade un terreno es un delincuente. Así de claros.
Hasta las patas
Por eso nos sorprende la pasividad y hasta complicidad de algunas autoridades, incluso regionales, de ser blanditos y complacientes con los invasores. Es más, desde el Gorelor hay una política de formalizarlos. Es decir, se vuelven cómplices del delito, por eso están denunciados y, por eso, los propietarios de terrenos invadidos ahora son los malos de la película y el gobernador el héroe. Mundo loco y al revés.