Javi y la niña del azúcar.
Todo libro que se publique con cierta calidad y estética debe merecer la atención de quienes gustan de la lectura y quienes desde diferentes trincheras promovemos que los jóvenes lean mas y comprendan mejor. Esa es la primera condición. Tiene que ser agradable a la vista. La segunda es que tiene que ser bien escrito. La primera no niega a la segunda y viceversa y cuando se complementan se habrá logrado un buen producto. Ambas tiene que confiarse a profesionales. No creo en aquellos que escriben por hobby o en sus ratos libres. La elaboración física de un libro tiene que ser hecho profesionalmente, entendiéndose por ello a un conjunto de personas que comparten un mismo fin.
He tenido entre mis manos y ojos un borrador de libro que acaba de publicar Javi Velasquez y -por estos viajes inesperados y revitalizadores en que me encuentro sumergido desde agosto del año pasado y que parece que continuaran hasta diciembre del próximo año- he leído con atención, sorpresa y felicidad las primeras diez paginas durante una estancia brevisima en Iquitos. Esperaba que me acompañara en mi travesía vasca y milanesa pero creyendo que lo tenia en el morral nunca apareció y cuando pedi que lo remitieran resulta que se extravió. Tenia la intención de comentarla con seriedad pero hasta el momento -a pesar de la aflicción que me ha provocado la perdida del borrador- no he conseguido un ejemplar corregido y publicado.
Así que sera para otra que comente largo y tendido sobre la obra y el autor. Por hoy solo me limitare a mostrar mi satisfacción porque hay un libro bien hecho y que en pocos días ha sido presentado por lo menos en dos lugares con una expectativa creciente. Que un libro escrito por un loretano provoque emoción en adolescentes en Manchay en la feria monitorina es emocionante. Que un biólogo ocupe una parte de su tiempo en escribir con dedicación provoca algarabía. Aparte del articulo de Paco Bardales -la presentación de Manuel Rosas del ultimo sábado no he podido encontrar- publicado en este diario no hay mayores referencias serias ni en el diarismo loretano ni en las redes sociales. Y quienes en el face o twiter muestran alabanzas espontáneas pero efímeras mejor que hagan un esfuerzo de comprensión lectora y lean el libro. Y el autor no debería fijarse mucho en ellas porque el sabor dulce que provocan esas frases motivadoras podrían convertirse en agrias lo que nos privaría de contar con un nuevo libro y un autor que por las diez lineas leídas tendrá que ser tomado en cuenta en el futuro, no por el guión endeble con el que debutó en la cinematografía sino por la calidad de los argumentos, lo bien escritas que estén y por la vistosidad de las ediciones.