¿Quién fue “Jaime Bausate y Mesa”?
“Jaime Bausate”, qué personaje…
Por: Juan Gargurevich
Se llamaba realmente Antonio Cabello y Mesa pero usaba el seudónimo de “Jaime Bausate y Mesa” por alguna razón aunque no era raro en el periodismo de su tiempo, finales del siglo 18. Ha pasado a la historia porque un día como hoy, el Primero de Octubre de 1790, la adormilada, lejana y apacible Lima amaneció con un periódico nuevo; y diario, nada menos, como en las grandes capitales europeas.
Era toda una aventura porque hay que imaginar a nuestra capital de entonces y suponemos que la tirada no pasaban de cien ejemplares que se vendían en la imprenta de la calle Las Campanas, en el Rímac.
El problema era Bausate, o Cabello (lo llamaremos Bausate de ahora en adelante), quien no cesaba de reclamar, pedir favores, cargos públicos, condecoraciones hasta colmar la paciencia del Virrey Taboada y Lemos que le retiró la licencia –aunque se debe hacer constar que nuestro periodista enfrentaba a los poderosos criollos “mercuriales”, que habían sido sorprendidos por la vehemencia y eficacia editorial del aventurero extremeño.
Bausate se marchó entonces a la Argentina y allí fundó el primer diario de ese país, “El Telégrafo Mercantil” que tuvo menos fortuna que el peruano. Y aquí comienza la segunda parte de la aventura vital de Bausate, perfecta para una novela.
Debemos advertir que su biógrafa principal, Mónica Martini, lo describe como “egocéntrico, casi paranoide, teñido de megalomanía” y de escasa calidad moral. Cuando la primera Invasión Inglesa ayuda a los invasores y se libra de milagro de ser colgado porque alega que en realidad espiaba; en la Segunda Invasión combate en Montevideo, es herido, cae prisionero y lo llevan a Inglaterra.
Vuelve a España y colabora con los invasores franceses y cuando José Bonaparte es derrotado, huye junto con miles de “afrancesados” a Francia, donde se instala y sigue reclamando cargos y condecoraciones, como La Cruz de la Orden Real de San Luis, que nunca se la dieron.
Cuando en 1820 hay una amnistía en España Bausate quiere volver y escribe a las autoridades una larga carta diciendo que no ha regresado antes porque convaleció mucho tiempo de una herida de cuando fue prisionero de los ingleses.
¿Qué rescatamos, finalmente, de ese perulero que Porras Barrenechea perdonó piadosamente y del que Aurelio Miró Quesada sospecha que fue ahorcado por traidor?
Hemos recogido su condición de fundador de nuestro primer periódico diario pero dudamos de buscarle un lugar en la tradición del periodismo peruano. De otro modo tendríamos que admitir que somos herederos de ese oscuro y atrabiliario personaje y del periodismo que practicaba. Y eso no, ni de a vainas…