Iquitos: paraíso del Diablo
Iquitos dejó de ser la ciudad épica de antaño, donde a cada instante, a cada paso te topabas con escenas de verdadero lirismo. Se ha convertido en una metrópoli más, con todas sus ausencias, temores, miedos y vicios que eso significa. Donde el pillaje, la desestabilidad social, la violencia y la intolerancia política imperan sin remedio. Atrás quedó la denominación como verdadera Casa del Dios del Amor.
Un par de incógnitas gigantescas aparecen sobre la cabeza de la población iquiteña. ¿Qué pasa o pasará con la ciudad si sigue este camino? ¿A dónde vamos? ¿Qué sucede?
Respuestas no las hay. Pero imaginamos que la violencia cobró prestigio dada la coyuntura y la tolerancia de la leyes (para con los fechores) la estrechez de escenario de acción y la corrupción funcional hace que se genere mayor actividad delincuencial. La presencia de una fuerte oleada de neonarcotráfico y la usurpación de poder por debajo de los subtítulos profesionales y legales. Por todos lados corre toneladas de dinero fresco y libre de impuestos, salvados de toda pericia jurídica y hace su negocio en este otrora puerto de intercambio con el Pacífico.
La persecución esgrimida, la inoperancia – complicidad policial manifiesta debate a la sociedad entre la vida y la muerte; no saber a quién aceptar o cree, ese es el dilema. Una gran masa de serranos “comerciantes” está moviendo los hilos de la actividad comercial, policial, judicial y emocional de la ciudad. Con esas fachadas de mercantiles se están limpiando miles y millones de dólares, plata limpiada en una suerte de esoterismo que va a parar en manos de estos desaliñados y desalmados cojoneros.
Es en este punto que debe entrar a tallar la razón, la ecuanimidad, el sentido común, la sensatez de la política y de los administradores de justicia. No puede ser posible que estén convirtiendo con sus acciones nefastas en una copia del Medellín colombiano de los años ochenta o del Sinaloa mejicano actual a su ciudad en la que por lo menos si no son suyas, allí es donde viven con sus familias, y sino con sus amantes; pero tengan miedo porque alguien de sus seres queridos puede morir bajo este manto encapotado que se extiende sobre la selva completa.
Nunca se ha visto por estos lares sicarios peruanos y colombianos matando cada fin de semana por algún ajuste de cuentas. ¿Quiénes trajeron este vicio social? El narcotráfico, si bien trae dinero sucio, malhabido, también trae secuelas de muerte y destrucción. No hemos estado acostumbrados a tener cuerpos amanecidos con balas alojados en el cuerpo; o empleados asaltados para quitarles dinero, seguro por el pago de alguna consigna; ¿qué culpa se tienen ellos de morir a manos de estos desalmados si el verdadero tráfago se encuentra bien cobijado entre sus finas sábanas traídas desde Europa? ¿O están buscando otro Putumayo mil novecientos?
Que avisen. Mira que ya tienen guardados en las retinas los sucesos del 24 de octubre de 1998. Y no digan los capitalistas que eso no beneficia a nadie, lo que éstos hacen tampoco beneficia a la sociedad, a una población que siempre se ha preciado de hospitalidad, de limpieza social, de trabajo limpio y sensato; no le conviene ni al Perú y sus comarcas, ni a esos serranos que vinieron a manchar la tranquilidad de nuestro pueblo trayendo sus impurezas. Loretano sabe guerrear. No es una disculpa, es molestia.
Vamos a soltar el anzuelo a ver qué pez pica. Hay varias especies en el lago. Los hay verdes, con corbata, con sotana, con birrete, los hay pintados, los hay azules, los hay marino, los hay blancos, los hay amarillentos, como esos periódicos envejecidos, los hay añejos (color de sorrapa), los hay estrábicos, los hay color de hoja caída, los hay de todos y para todos los gustos. De pronto puede ser gordo como una cahuara, o flaco como una sardina; larguirucho como una yulilla o ancho como una panshina, hambriento como una huapeta o de boca corta como una liza, huacrudo como un bagre o tan inofensivo como una palometa… y lo dejo ahí por si acaso soy demasiado evidente.
Entonces, pues, loretanos, mis paisanos (parafraseando una letra de los entredichos “imaginado” por los Wemblers) les expongo estas reflexiones para que estén alertas y alertos. El clima cambia y amenaza tormenta. Puede que muy pronto venga el ventarrón. Y quiero terminar con lo siguiente: nunca se ha visto camionetas ni autos modernos circular por la ciudad con lunas polarizadas. Deben ser los nuevos millonarios que han dejado la bomba atómica china en la ciudad con sus más de doce muertitos (y que de pasito el presidente de esta tierra no dice nada, y el poder judicial es invidente) o qué será diii…