*“¿Qué ganamos los Iquitos de hoy con el simple cambio de fecha? ¿Qué gana la ciudad si sigue desconociendo e ignorando los hallazgos y los aportes de los antepasados?”
El nombre de Gabriel Paima Peña aparece en El linaje de los orígenes, la historia desconocida de los iquitos. En ese entonces, mientras padecía para redactar esa memoria de los primeros moradores de la isla, me encontró en la oficina de la entidad cultural donde trabajaba eventualmente. Él era el jefe o acumerario de su comunidad de indígenas ubicada en un tramo del río Nanay, en un lugar conocido como San Antonio de Pintuyacu.
Era la primera vez que me encontraba con un iquito de carne y hueso, y tuvimos una larga conversación que me permitió luego cambiar la orientación y el rumbo de mi libro. Han pasado muchos años desde ese encuentro decisivo y nunca nadie, pero nadie, jamás preguntó al líder actual de los iquitos su opinión sobre la fundación oficial y portuaria que tiene su fecha central el 5 de enero.
“Para nosotros Iquitos nunca fue fundada por nadie”, me dice, con absoluta convicción en la sala de mi casa de la calle Cahuide don Gabriel Paima Peña. Para los estudiosos, los expertos y los tantos oportunistas que fungen de historiadores él y los demás descendientes de los que habitaron primero en este ámbito no existen. No son y no están. De tal manera que pueden decir cualquier estupidez como el senderista y asesino de Lagunas que pide un trillado cambio de fecha fundadora, algo que hace años propuso el señor Roger Rumrril sin aportar ninguna prueba.
El líder histórico de los Iquitos del presente me dice que hasta ahora la única autoridad que les prestó alguna atención fue Iván Vásquez Valera, pero tampoco nunca le preguntó su opinión sobre esa celebración del 5 de enero. El señor Elisbán Ochoa Sosa se portó de mala manera con él cuando se acercó a preguntarle sobre su participación en los festejos de aquel año. EL referido le dijo que no había nada, que no existía ninguna fundación y le sacó de su oficina sin más.
Lo que el iquito quería decirle a esa autoridad era que la ciudad de Iquitos necesitaba de una fundación real que asimile los aportes de los primeros moradores de esta isla. Ese 5 de enero era y es una simple celebración de la llegada de los barcos de la Marina. Nada más. Lo Lo que el iquito quiere decir a los expertos de uno y otro pelaje es que dejen de ser abusivos y marginadores, que antes de abrir la boca primero lean lo se ha escrito y publicado sobre ese linaje.
“¿Qué ganamos los Iquitos de hoy con el simple cambio de fecha? ¿Qué gana la ciudad si sigue desconociendo e ignorando los hallazgos y los aportes de los antepasados?”, nos dice el iquito y agrega que todos los de su linaje se sienten identificados con Iquitos y lamentan de veras que durante todos estos años se les margine y no se les tome en cuenta para nada. ¿Cuánto pierden, por ejemplo, los actuales iquiteños al desconocer la medicina vegetal de los descendientes de los que fundaron de hecho esta ciudad?, me pregunto yo que conozco esa sabiduría curativa ancestral.