IQT

Esta es una ciudad de sonidos y música. Recorre calles, plazas y parques. Recorre sus arterias y parte de su corazón. Mira, por ejemplo, el Cementerio General, recuerdo de nuestros ancestros y cuna de nuestras fantasías. Mira la ciudad atestada de instalaciones militares,  aquellas banderas de guerra imaginaria que fueron parte de los temores de nuestros padres.

Ciudad de la tacachera que te sonríe y del chiquito que vende chupete de ungurahui especial. Ciudad de las hamacas y árboles que protegen tu casa de la maldición sofocante. Ciudad de la salsa picante de cocona y los sábalos humeantes que asesinan dietas en el embarcadero de Bellavista-Nanay. Ciudad de los abarrotes chinos, del Mercado de Belén y sus variedades de olores y sabores al iniciar la mañana.

Mira un poco el alma de este microcosmos. Camina por su Malecón, escapa de los mosquitos que te quieren hacer la batalla, contempla el río tranquilo, gánate un momento con el atardecer, absorto.

Mira el Arandú, tómate un refresco de camu camu en el Fitzcarraldo, cómete un postre en el Amazon Bistro. Toma el Noa, abre La Parranda y el Íkaro, baja al Camiri, bebe en el Musmuqui, descansa un toque en el Nikoro y otra vez vuelve a caminar. Sigue caminando, hasta que encuentres vacilón, y encuentres al Pardo, el Complejo, el electro ritmo. En esta ciudad de Explosión, orgullo amazónico, las caderas no mienten.

Ciudad de la Procesión del Niño de la Caja, del Festival de Belén, del día en que los artistas urbanos toman el centro en el Festival Estamos en la Calle. Ciudad ideal para hacer cine, con la luz natural más alucinante del planeta.

Los niños juegan pis pis, bolitas, arman una canchita improvisada de vóley en la zona baja, en Pueblo Libre, tratan de vivir dignamente en Puerto Salaverry, miran de lejos el Club de Caza y Pesca, mientras tratas de conseguir un poquito de plata para tu fariña, tu yuquita y tu caldito de carachama.

Ciudad donde aún se mantiene la costumbre dominical de rendirle honores a la bandera, con desfiles y marcha castrense. Ciudad de todas las sangres, de colombianos, de brasileños, de españoles y de gringos. Ciudad de Cementerio judío y Consulado de Reino Unido. Ciudad de hospedajes mochileros, donde lo que más se percibe es el olor de ala rancia y hierba poderosa.

Ciudad de distritos, Punchana y sus calles largas y silenciosas, Belén y sus recovecos, San Juan y sus amplios terrenos. El centro, con su Yellow Rose of Texas y su bar de Pedrito, con sus vendedores de yuca rellena y sus helados de La Favorita o La Muyuna.

Ciudad de camisetas de la Asociación Deportiva CNI, que ahora la juventud usará (esperamos que muy poco tiempo) solo como un recuerdo, como un conjuro contra el desaliento, como una estampita de esperanza de  mejores, gloriosos. Sí, sí, sí, Arriba CNI…

Ciudad de los Hungaritos Agustinos y sus jugadores endemoniados, que ganaron la Copa Perú en 1985, del estadio Max Augustin, donde no existen mallas de seguridad y los partidos de fútbol se definen en la cancha, no en la mente de ciertos barrabravas.

Ciudad de vestigios del caucho, de pasado boyante, de casas lujosas, de oropel y esplendor cauchero. Ciudad de la Casa Eiffel, de azulejos portugueses, de fotos donde la vida de disfrutaba y ahora luchan por no perderse irremediablemente entre el moho, las polillas y el olvido.

Ciudad de influencia indígena, con hombres y mujeres que van y vienen tratando de preservar su identidad, de mostrar su orgullo, sus cosmovisiones, su cultura, en medio de una ciudad que apuesta unos días a la globalización, otro día al bailongo, otro día al autismo.

Camina por Próspero, compra chocolates brasileros en Sachachorro, come hamburguesa de paiche en el Ari’s Burger. Recuerda todos los caminos que se cruzan en La Terminal, todos los pequeños artículos que puedes comprar en el Mercado Artesanal, inspiración cocama, shipiba, bora o huitoto (nuestras primeras naciones universales).

Ciudad de arte en las calles, de murales de marcianos en Shambo, de pinturas psicodélicas en bares y discotecas, de grafitis en las paredes de las calles, de un gran mural de Bendayán que da la bienvenida en el Aeropuerto.  Ciudad del Papa charapa.

Ciudad de bares donde la gente se conoce y se reconoce (entre ellos los de Huerequeque). Ciudad  para sentarse frente a un brasero, mientras espera que el plátano ya se haya asado lo suficiente como para preparar el tacacho (y se espera con ansias el pijuayo, el pandisho, el dale dale, el tumbo y la cidra con sal).

Ciudad de cultura pop, inspiración de un perfume by Alain Delón, cruceros que te llevan hacia Pacaya Samiria, una Biblioteca Amazónica, unos patacones sublimes del Zorrito. Ciudad del recuerdo de un Papá Piraña. Ciudad recomendada por la CNN o la guía Lonely Planet. Ciudad de una Iglesia Catedral con unos murales alucinantes: sube hasta la torre, busca el campanario y empieza a tocar las campanas enloquecido. Ciudad donde Mick Jagger fue flechado por Monique Pardo en una piscina del hotel Holiday Inn.

Ciudad donde ya no se toma masato, pero aún se escucha al Dúo Loreto, Eliseo Reátegui o Los Solteritos, nuestros representantes folk; donde la fusión psicodélica nos recuerda acordes de Ya se ha muerto mi abuelo o La danza del petrolero o Suena el Manguaré navideño

Ciudad de historia reciente, de mitos y leyendas que nos han contado desde chibolos. Los recuerdos de Arana, el capitán Cervantes, César Calvo de Araujo, Calvo de Araujo, Germán Lequerica, Rosa Panduro, el 24 de octubre de 1998 (“Loreto no se vende, Loreto se defiende”)

Ciudad de ese chifita delicioso que comes en la Plaza 28 de Julio y luego la bajas con una cerveza helada, tomando aire en una mecedora en la vereda de tu casa.

Ciudad de mujeres heroínas, fuertes, decididas, lideresas del hogar, guías de los hombres. Ciudad que mira al río, que nos mira desde el río (si es posible desde el Yellow Rose of Texas, o surcando el Nanay y el Itaya), que mira a Quistococha.

Ciudad del dios del amor, según la canción de Raúl Vásquez. Ciudad de amaneceres explosivos y de cielos infinitos.

Ciudad que va y viene, desde la Avenida la Marina hasta la carretera hacia Nauta, que toma la Participación y conecta con Moronacocha, que se pierde entre la Tupac y desemboca en la prolongación Putumayo. Ciudad que ama la noche, especial para darte una vuelta por la Plaza Munich. Casas con techos de calaminas, donde los gatos techeros hacen de las suyas de cuando en vez.

Ciudad de gente que va mirándote desde los omnibuses de madera, tu llevo llevo por quiñientos, mientras comen divertidos una bolsa de aguajes. Y, cerca, muy cerca, el Amazonas. Amplio e infinito, una experiencia sobrenatural, donde el agua, la selva, la inmensidad se juntan y producen visiones, como si fuera un vuelo de ayahuasca.

Ciudad indomable, a pesar de todo lo malo que quieran hacer de ella los políticos, los cínicos, los disparates. Árboles, gente increíble, que tiene aún muchas sonrisas por brindarte, casas enormes con amplios pasillos donde puedes tirarte a dormir, en el suelo, mientras miras el sol con lentes oscuros. Muchas luchas, varias sombras, y es la luz lo que más importa. Multitudes que se aquietan con la lluvia, que duermen que el rumor del agua cayendo brevemente.

Uno es iquiteño; tiene a Iquitos dentro de sus entrañas. Puede huir, desaparecer, empezar en otro lugar, pero aún así seguirá siendo un iquiteño. Sin los suyos, sin familia, sin amigos, pero, aún así, seguirá recordando los mejores tiempos, quién eres, de dónde vienes, si sabes la suerte de haber nacido aquí. Una jungla de cemento, pero también de vida e ilusión, donde se pueden mirar las luces, de todos los tipos y fulgores, y recordar que esta también puede ser una gran ciudad.

1 COMENTARIO

  1. Luego de tomar aliento por la emoción, no queda mas k recalcar lo dicho, no importa donde uno se encuentre, ni los años que ya no vivas alli, es tu primer amor, tu cuna, los primeros olores y sabores, la tumba de tus ancestros, y tambien deberia ser la tuya, la patria chica, el primer amor nunca se olvida, es como el amor de madre, iquitos te pario, de dio de lactar su acento, te convido los mejores recuerdos de niñez y adolescencia, la laguna de pampachica k no va mas, manacamiri y sus caballos, el fulbito en la calle, los carnavales, las primeras chelas, el teletroca adolescente, el san agustin, bendita sea mi tierra, nuestra tierra-

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