En las afueras del cementerio “San Miguel Arcángel”, un grupo de vendedoras de flores comparte sus historias de vida y las dificultades que enfrentan en su labor diaria. Marley, con diez años de experiencia, destaca la inestabilidad económica como uno de los principales retos, señalando que, aunque algunos días son buenos, otros apenas logran cubrir los costos de sus productos. “La lluvia es un problema; trato de cubrirme con plásticos, pero siempre hay dificultades”, explicó.
Otra vendedora, Maricela, quien también vende refrescos y postres, incursiona en la venta de flores. Aunque reconoce que las ventas están bajas, mantiene la esperanza de que la situación mejore. Por su parte, Orfelinda, con 30 años en el negocio, menciona que las flores amarillas son las más demandadas en este tiempo, pero lamenta que los precios incrementaron por la inflación. “Hay momentos buenos y otros que apenas se vende”, comenta.
A pesar de las dificultades, estas vendedoras encuentran satisfacción en su trabajo, apoyando a sus familias y manteniendo viva una tradición que conecta a las personas con sus seres queridos. Con precios que varían según la flor, desde dos soles por ramitos pequeños hasta más por arreglos elaborados, su labor es esencial para quienes visitan el cementerio. “Aquí estamos, esperando que la gente venga y se acuerde de sus difuntos”, concluye Orfelinda.
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