En mis años en el palustre recuerdo que leí un cuento de Augusto Monterroso sobre un historiador que tenía pánico a la página en blanco. Era mucho de hablar, participar en tertulias, en discusiones pero no escribía. Sentía rechazo a la máquina de escribir. Del pánico había pasado al estadio del horror casi patológico. Muchas veces, pensé y pienso sí eso pudiera ocurrir con los escribas de la manigua, claro, hay excepciones notables como la del poeta Percy Vílchez, que en cualquier situación en la que se encuentra siempre escribe. Hace unas semanas con la poeta Ana Varela, y a la distancia, al otro lado del charco, ella en el Océano Pacífico y yo en la meseta castellana, tuvimos la idea, luego de hablar por el chat, varias veces, de indagar a los escribas del marjal sobre la habitación propia y un poco husmear su proceso creativo. Se eligió a una pléyade de escribas, no sólo de Isla Grande, también se incluyeron a personas que están en pleno peregrinaje como el de Rafo Díaz, gran agitador cultural, que vuelve a África. O desde el Sena, como el poeta y novelista Jorge Nájar. También a personas de otros centros culturales en la Amazonía como Pucallpa o Tarapoto. La literatura en la floresta ha desplazado los límites físicos y geográficos (¿mentales?, la novela “El alucinado” de Nájar nos muestra ese proceso en las páginas iniciales o las pinturas de Rafo Díaz en su período africano nos señalan esa ampliación de la frontera amazónica), es una de las características más acentuadas de estos tiempos. Primero, los elegidos muy entusiastas aceptaron. En verdad, tenía mis reservas por ese temprano entusiasmo, la experiencia me ha enseñado a ir con cautela – más si se trata con patas de la escritura en la floresta, que se ponen muy fogosos y se comprometen, luego empiezan las deserciones y a darnos largas con las excusas más surrealistas, espero que no sea el caso de esta convocatoria. Pero se han vencido los plazos y todavía falta algunas respuestas de estas personas vinculadas a la escritura. Espero que no terminen como el personaje de Monterroso, sería para ponerse muy serios.