¿Hay salida?

Esta vez el vuelo de Peruvian que nos llevaba a Iquitos salió en la hora prevista. Nada que ver con la batahola al Cusco de la semana pasada. Ese viaje a la ciudadela de Machu Picchu me dejó un mal sabor de boca y en este viaje a la floresta temía repetir la puñetera experiencia. Pero el vuelo fue dentro del horario previsto. Escuchar el cántico amazónico de muchos pasajeros y pasajeras fue el indicio que nos adentrábamos a la floresta. S estaba de lo más feliz de volver al trópico húmedo, era reencontrase con ese pedazo de historia y del país. De mi parte cargaba con la mochila de los recuerdos de esos vuelos que los realizó desde que era niño, en C 47 y con tres horas de travesía. Entre los pasajeros del vuelo había amigos y conocidos. Uno de ellos me comentaba de la situación crítica que atravesaba la política regional y local, la grave situación de la ciudad. Hay orfandad de ideas y que desde hace mucho tiempo la región y la ciudad anda desnortada, atollada en iniciativas que dan paso a liderazgos enfermizos. Ese es un caso patético. Se puede observar que la ciudad y la región han ganado el desgobierno y la desgana. Se puede percibir la dejadez en la gestión de la ciudad y la región como ejemplo es una de las regiones donde el porcentaje de lectura es uno de los más bajos del país y en los índices de embarazos no deseados estamos a la cabeza y las autoridades se han quedado cruzadas de brazos, gana la inacción. Cada vuelta a la isla es volver a ver que la situación empeora, que nos encaminamos al abismo, al hoyo con la indiferencia de los decisores políticos. A estos amigos y amigas que me comentaban de la situación de la ciudad y de Loreto añadían al desgobierno la corrupción, esta se ha agudizado. Es un mal que está enquistado en la mente de los políticos y políticas. Está metido en el ADN y han olvidado que el puesto sea para servir a la ciudadanía. Cada día es peor y me citaban situaciones en la que estaban involucrados los corruptos, era para no creerlo. Les repregunté si había solución ante tamaño mal, me decían con resignación y tristeza, que no, ésta va a peor. Es una crónica desde la decepción.

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