ESCRIBE: Cecilia Barletti Cárdenas
Mi nombre es Cecilia Barletti Cárdenas. Mi papá fue Pepe Barletti, quien la semana pasada recibió un homenaje en el auditorio del GOREL. Aunque quise, no pude hablar de mi papá en público porque aún me quiebro y no me sale la voz, pero hoy escribo esta nota de agradecimiento.
Quiero agradecer al gobernador de Loreto, Elisbán Ochoa y a Oscar Llapapasca por la organización desde el Gobierno Regional y por apostar por seguir publicando libros, esos objetos que parecen prehistóricos pero que cultivan mentes como ningún otro invento. Agradezco a Don Wagner Gratelli por introducirnos a la obra de mi papá, a Marinita Díaz, Eudes Gonzáles, Kike Sicchar, Sulima Chapiama, entre otros, por sus sentidos y generosos testimonios.
El libro “La Peruanidad de Maynas”, que se presentó el miércoles 27 de octubre en el homenaje al cual me estoy refiriendo, es resultado de un trabajo minucioso de mi papá mientras le robaba horas a su, tal vez, mayor pasión: la militancia política.
En una larga estadía nuestra en Lima, casi tres años, su rutina diaria era ir al Archivo General de la Nación en las mañanas, cuidarme y acompañarme en las tardes y luego usar las noches para sus reuniones en el Partido Unificado Mariateguista.
Recuerdo que un día yo no quería ir al colegio y él, lejos de negármelo, me sugirió que lo acompañe en su rutina de la mañana. Así que ese día me llevó con él. Ahí, en una mesa vieja en el sótano del Ministerio de Relaciones Exteriores, él daba forma a este libro mientras yo terminaba de leer Cien años de soledad.
Mi papá era en extremo detallista, y por su aprecio a la minuciosidad y la belleza, sé que disfrutaría de esta re-edición, tan cuidada, sobria y prolija.
Pedí permiso a Jaime Vásquez para que hoy me dé un espacio en Pro y Contra, sin advertirle que a quien más quería agradecer era a él. Si las gestiones de financiamiento son difíciles, las coordinaciones conmigo lo son más. Lo reconozco. Jaime no desistió en seguir, a pesar de mí y mis trabas. Esta edición compensa toda dura piedra del pasado, sella la paz y la amistad, y pone hoy un libro estéticamente sublime al alcance de nuestras manos: desde la carátula dura y el bello prólogo de Miguel Donayre, hasta los detalles como el tipo de papel y el tamaño generoso de las letras… Todo resulta en una pequeña obra de arte.
Gracias Tierra Nueva por este trabajo. Gracias Jaime por insistir en hacer renacer a este libro. Las relaciones entre las personas tienen altibajos y sé que, de estar vivo, mi papá y tú gozarían de una cálida y renovada amistad.