(poema)

Sí, admito que me he alejado,

admito que tus besos frescos como viento de amanecer

y tus abrazos cálidos como puesta de sol al atardecer,

los cambié,

preferí las tormentas nocturnas sin control

y los rayos pasajeros y marcados de la infidelidad.

Pero, por favor, escúchame,

todo lo que hice,

lo hice por desconocimiento

desconocía qué había

en aquellas trochas alternativas de tu serpeante sendero.

Aún era un pichón,

creía que toda tu selva era igual de bondadosa, transparente,

no sabía que tus quebradas de aguas cristalinas

podían tener ese lado contaminado, sucio, cochino,

disculpa por soltarme de tus raíces.

Te amo y hoy he vuelto a ti,

he vuelto y te muestro todo de mí,

mira, observa mis cicatrices, mis heridas;

oye, escucha mi voz resquebrajada;

siente, toca mi piel dañada por las espinas de la vida que aguanté.

Pero no me importa,

no importa las noches tristes sin lunas que pasé,

ni los momentos agrios que vivencié,

todo eso me sirvió para volver a ti,

para amarte, valorarte, protegerte,

y para ya no más alejarme de tu corteza.

Sé que me recibirás siempre,

tu amor desconoce sobre rencores,

tu bondad es continua e infinita,

es por eso que me inclino,

para decirte que te amo.

Te amo Madre Tierra.