En el artículo anterior se desarrolló el tema del buen gobierno y las directrices internacionalmente contempladas que son necesarias para llegar a institucionalizarlo y hacerlo parte de la cultura de las instituciones públicas con miras a lograr las mejoras necesarias dentro de éstas. Con relación a lo mencionado, podemos encontrarnos con la figura de reforma del estado, término que se viene utilizando actualmente para definir un cambio en lo que debe hacer el gobierno o en el cómo debe hacerlo para mejorar su gestión.
Podemos apreciar que la reforma del estado en nuestro país ha sido enfocada por décadas en nuevas leyes, procedimientos y programas, como si la solución a los problemas que se afrontan dentro de la gestión pública fuera de forma y no de fondo. Por ello, a pesar de las buenas intenciones que pueden tener, no se ha evidenciado un verdadero cambio en el sector público.
Si nos enfocamos en iniciar o promover reformas dentro del sector público, cambiando los sistemas o procesos y no la cultura dentro del mismo, servirá poco o nada como lo podemos apreciar. Ante esta situación considero que la solución se encuentra en la gestión por resultados, entendiéndola como una combinación de sistemas, procedimientos y valores para lograr más y mejores resultados, con igual o menor cantidad de recursos.
Entonces ¿qué es la gestión por resultados?, entendámosla como una cultura institucional que enfoca a la organización en la realización de los objetivos deseados, otorgándoles mayor flexibilidad para gestionar sus recursos a cambio de una transparencia total en las operaciones y decisiones, y un monitoreo estricto de los resultados alcanzados, tanto por parte del poder ejecutivo como de la ciudadanía. Es decir, las instituciones siendo transparentes y éticas, buscan como iniciativa propia mejorar constantemente su desempeño.
Por otro lado, en nuestra legislación tenemos la Ley Nº 28411: Ley General del Sistema Nacional del Presupuesto, que contempla la figura del presupuesto por resultados, el cual vincula la asignación de recursos (Presupuesto anual del año siguiente) a productos y resultados medibles en favor de la población. Una genial idea no está demás decirlo, pero ¿qué paso con el control de la ciudadanía?
Como se indicó anteriormente, el Perú está enfocado en mejorar la forma y no en aplicar a nuestra realidad las figuras que actualmente vienen dando que hablar en diversos estados y países que lo implementan, pues como vemos con la Ley N° 28411, se deja un vacío sobre la figura de gestión por resultados.
Siendo optimista creo que es posible alcanzar el buen gobierno a través de una reforma del estado que tenga como base una cultura de gestión por resultados, no solo como un requisito presupuestal sino para calificar el accionar del sector público en todos los ámbitos que engloba. Considero necesario en esta búsqueda resaltar las preguntas y propuestas hechas por el profesor Daniel McBride González en su artículo “La gestión por resultados: un cambio cultural necesario en el sector público”[1]:
¿Saben nuestras autoridades, directivos y empleados cuáles son los objetivos del gobierno y sus organizaciones? ¿Lo sabemos los ciudadanos? ¿Existen indicadores clave de desempeño? ¿Las decisiones que se toman diariamente en los consejos de ministros o en el Congreso toman en cuenta estos objetivos e indicadores? Si su respuesta es negativa o por lo menos difusa, es evidente de que el gobierno carece de una cultura orientada a resultados. Y ese es sólo el primer paso. (McBride, 2011).
De acuerdo a lo desarrollado, no queda más que hacer el cambio, propuestas de gestión por resultados, con una entidad calificadora y supervisora del Buen Gobierno, como lo propuse en el artículo anterior, ¿Por qué no?
Miguel Angel Rojas Rios
Abogado
[1] http://www.esan.edu.pe/conexion/actualidad/2011/06/23/la-gestion-por-resultados-un-cambio-cultural-necesario-en-el-sector-publico/