Siguiendo la aleve costumbre de que un peruano es enemigo de otro peruano, todavía hay algunos compatriotas que, tras el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, se han obstinado en dibujarle sombras a la trascendental victoria diplomática, jurídica y política que acaba de obtener el Perú frente a Chile en el diferendo referido a la delimitación de nuestra
Antes de que se diera el fallo, cumpliendo nuestra obligación ciudadana y nuestro deber político, nos dimos la tarea de informar en cuanto medio tuvo la gentileza de invitarnos, acerca de los cinco posibles escenarios del fallo, apoyados en las opiniones de diversos especialistas tanto peruanos como chilenos. Había dos escenarios extremos, según el analista internacional peruano Rodríguez Mackay. Un primer escenario extremo era el ideal, el óptimo, el deseado por nosotros, que es aquella en que la CIJ le hubiera dado la razón al Perú en toda la dimensión de la demanda, que aceptara al cien por ciento nuestra propuesta, lo cual significaba golear por 3 a 0 a los chilenos. El otro escenario extremo, era exactamente lo contrario: que la CIJ desestime nuestra demanda en toda su extensión, aceptara el “statu quo” que según los chilenos se mantuvo durante décadas, escenario que de darse hubiera representado nuestra derrota por goleada con un 3 a 0 a favor de los chilenos
Entre estos dos extremos se visualizaban dos posibles escenarios que representarían victorias peruanas, según Rodríguez Mackay. Un escenario intermedio X que suponía el trazo de una línea horizontal -siguiendo la propuesta chilena- hasta la milla doce y, a partir de allí, una línea diagonal -acogiendo la propuesta peruana- que dividiera el área en disputa entre ambas naciones. En este escenario X hubiéramos obtenido una porción de mar ligeramente mayor a la que hemos logrado con el fallo. Otro posible escenario intermedio Y suponía el trazo de una línea diagonal hasta la milla doce y, a continuación, una línea horizontal hasta donde termina el área en litigio. En este escenario hubiéramos obtenido una porción menor a la lograda en el escenario X. Un quinto escenario (Z) supuesto por nosotros era un híbrido de los intermedios X e Y, o en todo caso, un combinado de variables de ambos.
Pues bien, la decisión de la CIJ se aproxima a este resultado híbrido y combinado, puesto que el fallo traza una línea horizontal o paralela hasta la milla 80 que es el punto A, continuando con una línea diagonal hasta un punto B y concluyendo con una línea vertical hasta un punto C, lo que configura un claro triunfo peruano, pues en términos reales, quiere decir que el 70% de nuestra demanda ha sido aceptada, o que los 2/3 del territorio marítimo que disputábamos con Chile ahora nos pertenece. Como les decía a mis alumnos ayer -con quienes brindé unos minutos después de escuchar el fallo-, no ha sido el 3 a 0 que esperábamos, pero tampoco ha sido un empate (¡eso es absurdo!) ni menos una derrota (¡eso es tonto!), ha sido un marcador macizo y contundente de 2 a 1 que, andando el tiempo nutrirá la autoestima nacional, la conciencia colectiva y el alma invencible de los peruanos. No se puede entender por eso que por una tiñosa rivalidad política, por aversión a Alan García, porque así somos, o por lo que sea, los mismos peruanos traten de negar ésta nuestra victoria vigorosa del 27 de enero pasado.
También hay escépticos que dudan de que Chile cumpla el fallo de la CIJ. Van a hacerlo, les guste o no, porque en este mundo global de comercio sin límites, de inversiones multinacionales, de transculturalidades dinámicas, de urgencias energéticas, todos necesitamos de todos. Se avizora que Chile tendrá problemas en el futuro porque es un territorio sin gas, sin petróleo, con pocos recursos para la producción hidroeléctrica, sin agua dulce en abundancia. Y no me imagino a los chilenos incumpliendo un fallo y tratando de negociar, por ejemplo, gas, al mismo tiempo. Sería lo más idiota que hicieran sus gobiernos, y lo chilenos no son idiotas, por supuesto.