¿Fueron solo ellos? [2]
Por Miguel DONAYRE PINEDO
En la larga cadena de la insolidaridad no solo alcanzaba a la población de Iquitos, que cerró los ojos con lo que ocurría en la selva del Putumayo. Si no también alcanzaba a otras autoridades y funcionarios que desde Lima y desde sus puestos en la Administración del país se hicieron los suecos. Miraron para otro lado y lo taparon. Es lo que llaman el piélago y la fauna de la zona gris. Sindicar a los caucheros como los únicos responsables de esos crímenes es un serio defecto, un grave error que debería ser subsanado y debería llamarnos a la reflexión. No solo fueron ellos, los caucheros de la Casa Arana, es muy fácil atribuirles toda la responsabilidad pero el error de culpabilizarlos es para quitar [y quizás liberarnos] del sentimiento de culpa de los espectadores pasivos como lo fue la población y las autoridades con poder de decisión que callaron, consintieron, toleraron con mil excusas. Ante las muertes de miles de indígenas, salvo voces muy valientes como la del Magistrado Valcárcel, la Asociación Pro Indígena, entre otros, hay que asumir las responsabilidades. Un ejemplo muy claro de la clamorosa omisión es, ¿por qué en la literatura peruana y amazónica se abordó el tema de lo que sucedió en el Putumayo con tibieza? En muchos casos se soslayó, salvo excepciones claro está. Lo sucedido en el Putumayo debería llamarnos a meditación cómo abordar el desarrollo [progreso] en la floresta. Primero, la Amazonía no está vacía, hay integrantes ancestrales dentro de ella y con derechos [y deberes], y hay que respetarlos. Segundo, la extracción desmedida de los recursos naturales no es la solución a los problemas [lo sucedido en Yanayacu, en la Reserva Pacaya Samiria, es una muestra de ello]. Todavía está pendiente de resolver esa ecuación de desarrollo y recursos naturales + poblaciones ancestrales. Lo ocurrido en el Putumayo es una lección de la pésima relación de las personas humanas con la naturaleza y hay que pensar sobre eso.