Buenos lugares para sentarse un rato a conversar con amigos son las plazas, los malecones, los parques, ya que están al aire libre donde uno se siente a gusto, esto hace que se pueda percibir con mayor atención los equilibrados matices de nuestro habitad y la sensación de tranquilidad se presencia como tal. Los paisajes de Iquitos, en sus mejores escenarios, pueden generar la envidia de cualquier filósofo “banquetero” griego, pero el calor es tremendo que sin techo que te proteja el descanso se vuelve tedioso.
Almuerzas por el centro, antes de regresar a las labores y como digerir satisfactoriamente el alimento, decides sentarte en alguna plaza como leer el diario, a saber, entre las plazas más populares, la de Armas, la 28 de Julio, la plaza Castilla, Sargento Lores, San Antonio, La Clavero, la Bolognesi, la de Río Mar, o la de la Quiñones, todas estas plazas, seguro que de la mayoría igual, las bancas no tienen protección ni contra el sol ni contra la lluvia. Habrá muchas justificaciones ante este paradigma, no obstante la realidad es una y esa es que a nosotros, los de la amazonia, tanto el gringo como la warmi lluvia, nos quema y nos moja mucho más fuerte que en otras zonas geográficas; aquí no hay cambios de estaciones, o nos empapamos o nos chamuscamos. ¡Piedad a los hijos de la selva que no somos gallinazos!, un techito arriba de la banca del parque que te proteja de la potencia del medio día para continuar con la chamba, no caería mal al prójimo de a pie, ni árboles ya hay, pura palmera improductiva, en vez de arbolasos de mamey, mango, taperiba; “¡ayayay! ¿Ya vas a comenzar?, recién nomas te metiste una palometasa y ¿ya pensando otra vez en comer?, que lindo gallo carioco caracho, jajaja”, -“las frutas ya son manjares pues cumpa, el postre”- conversaban tres amigos. Cada uno es un mundo y entre ellos crean otro universo interesante, a las veces que se reúnen, entre charla y risas se comparten las experiencias que les toca vivir; por ejemplo, a Javier le gusta los temas de filosofía para la vida, política ideológica; imperios, conquistas, viajes, personas y combates históricos; psicología observable, como también hablar de buena música. Por su lado, Salomón es el que siempre pasa la voz a la gente para alguna pichanguita, o para ir a nadar por Pucayacu, al parque zonal a trotar o ir a la nueva academia ya sea de box, de jiujit su, judo o lo que involucre usar el cuerpo en contra de un oponente, el “chancafoco” es el enlace. El “loquito” Javier, como le gusta estar donde su estimado psiquiatra, a sus amigos les comparte sobre lo que consistió sus sesiones: “Tu flaco, igual tu Salomón, si volvieran a ser niños ishpateros, con todo lo que hasta hoy pasaron ¿qué le pedirían a sus padres que cambiaran?”, Javier responde -Yo le pediría que no me pegue cuando agarro sus cosas y las utilizo como juego, era un dañadito de 5 años, ¿acaso yo sabía que eran importantes?, que loco”; Salomón: “le diría que no le pegue ni le grite a mi mamá, si bien no veía, todito escuchaba, los padres creen que el niño es una bestiecita que no piensa ni siente, cuando oye llorar a la mamá, que impotencia no poder haber hecho nada, ¡haber ahora!”; -tranquilo grandulón- interviene Joaquín– si les hice esa pregunta no fue para avivar sus penas, rabias o temores, no va por ahí mis hermanos, el punto es que, aquellas conductas negativas que tuvieron nuestros jefes, en nosotros se acabe esa cadena cochina, porque así como les trató sus padres, así fueron tratados ellos, sin amor, “a cocachos aprendieron”, en nosotros termina la maldición generacional. Ya dijeron las cosas que no les gustó, cuando nos toque ser padres, no caeremos en el mismo error, la nueva generación, ya no tan contaminada con machismo, discriminación, odios e indiferencias modificarán el contexto familiar-social. Esa generación serán nuestros hijos, los jóvenes emprendedores de hoy traerán buenos hijos de la selva, no cualquier gallinazos, jajaja”, los camaradas festejan sus divertidas experiencias psicoanalíticas y profecías coloquiales del buen “loquito” Javier.