Por: Gerald Rodríguez. N
En medio de la controversia por la entrega del premio Nobel de literatura al trovador, Bob Dylan, Pere Gimferrer, poeta español, dijo: Dicen que es un compositor de letras de canciones, pero… ¿alguien hubiese encontrado mal un Premio Nobel a Jacques Prévert? No lo creo. ¿A Georges Brassens? Tampoco. ¿La diferencia es que uno es francés y Dylan más moderno y de EEUU? A ver si recordamos que la poesía de los trovadores toda fue escrita para ser cantada. Y nadie los discute.
Dylan tiene 75 años, nació en Duluth, Minnesota y su nombre real es Robert Allen Zimmerman. A lo largo de su carrera ha ganado 10 premios Grammy, incluyendo álbum del año, un Golden Globe y un premio Oscar. Además, en 2008 ganó una distinción especial del Premio Pulitzer por su «profundo impacto en la música popular y la cultura estadounidense marcada por sus composiciones líricas y su extraordinario poder poético”. Y es que en algún momento hemos creído que los Nobel son una farsa, y hace tiempo que lo sabemos. Pero cada año nos dan la excusa para proponer a nuestros autores preferidos y descubrir nuevos. Y este año han puesto sobre la mesa un debate apasionante: ¿qué es literatura? Así que gracia a Dylan por las canciones y a la Academia Sueca por hacernos reflexionar sobre temas profundos en esta época de banalidad. Aunque suene raro que Bob Dylan reciba un Nobel de Literatura, podemos recordar que Cohen, al que yo hubiese preferido, recibió el Príncipe de Asturias de las Letras y Raimon el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes. Eso sí: en su justificación, la Academia ha puesto más énfasis en la música. Y es que a título personal, Dylan devolvió, sin quitarle valor artístico, la poesía a lo mayoritario y popular. Actualizó y electrificó al juglar. Dotó al rock’n’roll de valor literario, un lenguaje potente, flexible e influyente. Hizo que todo el mundo escribiera distinto canciones, poemas y narrativa. Prefiero a Morrisey o Lou Reed, pero sin Dylan se nos borran la mitad de nombres del panel del siglo XX
Ha sido una buena noticia, para la literatura y para la Academia. Me ha sorprendido el bosque de cejas enarcadas; me pregunto si habría pasado lo mismo con un novelista, un autor desconocido o alguien de un país en guerra en el tercer mundo. A veces está bien aceptar que la literatura puede ser (y quiere ser) más cosas que lo que nosotros creemos o de lo que nos gusta. Y que de seguro este cielo literario roto por el otorgamiento del Nobel a Dylan ya está por terminar a en pedazos, ya que los falsos poetas ye escritores se seguirán rasgando la envestiduras, ya que este año se prefirió dejara de hacer de la literatura una elite clasista.