Somos una democracia representativa, aunque la mayoría de veces elegimos mal a nuestros representantes. Por ello el descontento hacia las autoridades a los pocos meses de elegirlos. Sin embargo, en el ámbito parlamentario se ha dado un hecho que algunos consideraban improbable, aunque fujimoristas dogmáticos iba más allá –como César Ortiz- y aseguraban que Fuerza Popular obtendría los cuatro cupos que tiene Loreto en el Congreso. De los cuatro lograron tres. Todo un récord no sólo por el número sino por el discurso antifujimorista de los últimos años.
Para los que despotricaban del gobierno “entreguista” de Alberto Fujimori bastó que apareciera como candidata del keikismo la señora Patricia Donayre Pasquel para que pidieran “licencia” a sus críticas y se hicieran los locos y, en el colmo del desparpajo, traten de reaparecer ante el pedido de vacancia contra PPK. Y en este caso –diferente al de Juan Carlos del Águila- Donayre Pasquel no sólo había “combatido” a los dirigentes del fujimorismo sino que trataba de erigirse como la solitaria luchadora contra todo tipo de corrupción y autoritarismo. Hoy sabemos que no es así y que la congresista va de bancada en bancada en busca de protagonismo. Su paso por Fuerza Popular ni siquiera es recordado y su permanencia en el lado de PPK pronto pasará al olvido con un denominador común: está de acuerdo con el indulto y sugiere reconciliación.
En cambio el congresista Del Aguila, siempre mostró su conformidad con el Tratado de Paz y desde la Cámara de Comercio impulsaba la política bilateral. Así que su fujimorismo coyuntural no sólo es la continuación de un comportamiento político ceñido a intereses electorales sino que en cuestiones controversiales busca el centro como una forma de protegerse. La congresista Tamy Arimborgo desde que se conoció el indulto no sólo mostró su alegría sino que hizo que se recuerde el día de su juramentación donde gritó: por el indulto a Alberto Fujimori. Jorge Meléndez, luego de varios días de silencio declaró que el indulto era una potestad del Presidente de la República pero que ya dado había que mirar hacia adelante y buscar la reconciliación entre todos los peruanos.
Está claro que –más allá de transfuguismos, oportunismos e intereses personales y partidarios- asistimos a una coincidencia absoluta de nuestros representantes: están de acuerdo con el indulto y quieren la reconciliación. Ni siquiera el Reintegro Tributario, la interconexión eléctrica, la conexión a la Costa, el puente sobre el río Nanay, remodelación del Hospital Apoyo Iquitos y una lista interminable de proyectos y obras ha hecho que los congresistas se pongan de acuerdo. El indulto sí. Todos están de acuerdo con ello. Y piden reconciliación. Pero llevados por las circunstancias los cuatro congresistas no han reparado que para lograr la reconciliación tenemos que evitar la fragmentación, no aquella que provoca el debate y la controversia necesaria, sino la que lleva a insultar o tratar de eliminar a quien piensa distinto. Las sociedades que han logrado su desarrollo son aquellas que sabiéndose diversas han coincidido en objetivos comunes que es, precisamente, donde no nos ponemos de acuerdo los loretanos.